La relación y evocación entre el Alcázar de Toledo y la Acrópolis de Atenas se manifiesta principalmente como una construcción simbólica en el contexto de la propaganda franquista. En el documento titulado "El Alcázar de Toledo: la construcción de un hito simbólico", se establece una analogía explícita:

«Pero ha nacido al mundo una nueva Acrópolis con otro Partenón, hacia el que vendrán las muchedumbres para rendirse humilladas, acatando el imperio de lo sobrehumano. Una nueva Acrópolis en la que se contemplarán las cumbres del valor y en la que se podrá medir los abismos de la abyección».

Esta comparación convierte al Alcázar en un símbolo sagrado y heroico, equivalente al prestigio cultural y espiritual que representa la Acrópolis en la civilización clásica griega. Mientras la Acrópolis es símbolo de la democracia ateniense y del esplendor helénico, el Alcázar fue transformado en una “nueva Acrópolis” del franquismo: lugar de culto nacionalista, heroísmo militar y supuesta pureza moral.