En 1871, el intelectual y político chileno Benjamín Vicuña Mackenna visitó Pompeya. Su experiencia fue registrada en una carta a su suegra, que fue publicada en el diario El Mercurio. En ella describe las ruinas pompeyanas, estableciendo una comparación entre la cultura de Chile y el mundo romano antiguo. En un ejercicio retórico de asimilación, comparó a la antigua Pompeya con la ciudad de Quillota, Chile, dada la actividad agrícola que la caracterizaba y su composición, con villas y parcelas de agrado. “Era Pompeya para Roma lo que fue un día Peñaflor para Santiago y lo que es todavía para Valparaíso, Quillota. Era una ciudad de recreo y esencialmente agrícola, como la última; y así como ésta vive al sol harta y contenta con sus perfumadas chirimoyas y sus suculentas lúcumas, así Pompeya, coronada la frente de vid, dormía en plácido ocio. Séneca, que la conoció como yo conozco Quillota, la llama ‘una ciudad célebre’, y Virgilio cantó en las Églogas sus pámpanos y el exquisito sabor de sus uvas, tan fragantes como las de la Calle Larga”.