Carolina Coronado en el catálogo de la biblioteca.

Victoria Carolina Coronado y Romero de Tejada nació en la localidad pacense de Almendralejo el 12 de diciembre de 1820. Fue la tercera de nueve hermanos en una familia acomodada que sufrió la represión absolutista tras la invasión de los “Cien Mil Hijos de San Luis”. En principio su educación fue la habitual para una señorita de buena familia y de su época: fundamentalmente, prepararse para ser una excelente esposa y madre.

Sin embargo, desde bien pequeña surgió en ella el gusto por la literatura, no solo como lectora, sino también intentando escribir versos siendo aún una niña. Su primera obra impresa apareció en 1839 en un periódico de Madrid.

A pesar de que llegó a vivir más de noventa años, su salud fue siempre quebradiza: sufrió varios ataques catalépticos (en un par de ocasiones se llegó a anunciar su muerte) y, tras un padecimiento que casi la dejó paralítica, se trasladó a Madrid, donde vivió desde 1848. Ya antes había pasado por la Villa y Corte, donde se le había reconocido su talento en un homenaje en el fugaz Liceo Artístico y Literario.

En Madrid se casó con el diplomático norteamericano Horacio Perry, con quien tuvo un hijo y dos hijas. Durante las primeras dos décadas de su matrimonio vivió en la capital ejerciendo el típico papel de dama de la alta sociedad (era amiga de la reina Isabel II) desde los salones de su casa de la calle de Lagasca (la cual, durante un breve espacio de tiempo, llevó su nombre). Tras la Revolución Gloriosa la situación de su familia empeoró y acabaron marchándose a Portugal, donde su esposo, quien había tenido que abandonar el Cuerpo Diplomático, encontró trabajo. Horacio murió en 1891 y Carolina, a quien su catalepsia le produjo un temor irracional a los enterramientos en vida, lo mantuvo insepulto durante algún tiempo; su sobrino-nieto Ramón Gómez de la Serna nos cuenta que cada noche visitaba la capilla donde lo tenía “para saludar con los ojos mudos al esposo embalsamado”.

Murió en su palacio de Mitra, cerca de Lisboa, el 15 de enero de 1911.

Coronado fue una de las componentes más importantes de la conocida como “Hermandad Lírica”, un grupo de escritoras que luchó por que se reconociese la valía literaria de las mujeres, que tenía a Gertrudis Gómez de Avellaneda como otro de sus nombres más conocidos y en la que además estaban Robustiana Armiño, Dolores Cabrera, Manuela Cambronero, Amalia Fenollosa, Ángela Grassi o Teresa Verdejo, entre otras.

Su obra literaria principal es poética; escribió numerosos poemas que fueron recogidos por primera vez en 1843 con el apoyo de Juan Eugenio Hartzenbusch y luego tuvieron dos ediciones más. También se le deben novelas (entre las que destacan La Sigea y Paquita), ensayos, artículos de prensa y varias piezas teatrales. En todas ellas prevalece la defensa de la mujer ante la injusta posición que se le asignaba en la sociedad de su época y que en muchos aspectos sigue padeciendo hoy en día.

Poesía (1843, con nuevas ediciones ampliadas en 1852 y 1884)

Jarilla, novela (1850)

Paquita. Adoración, novelas (1850)

Los genios gemelos. Primer paralelo: Safo y Santa Teresa, ensayo (1850)

Luz, novela (1851)

La Sigea, novela (dos vols., 1851-54)

Un paseo desde el Tajo al Rhin, descansando en el Palacio de Cristal, libro de viajes (1851-52)

España y Napoleón (1861)

La rueda de la desgracia (1873)

Anales del Tajo (1875)

Harnina, novela (1880-82, inconclusa)

El oratorio de Isabel la Católica, novela (publicada como El Pagaré en 1891, 1896)