´Biografía
Juana Inés de la Cruz nació en San Miguel de Nepantla, México. La fecha de su nacimiento no está muy clara, pero lo más común es situarla en el 12 de noviembre de 1648. Fue la segunda de las tres hijas de Pedro de Asbaje, emigrante guipuzcoano que llegó a México con 8 años y de Isabel Ramírez, hija de un rico y culto hacendado local. Debido a que sus padres nunca se casaron por la iglesia, en algunas biografías, se dice que Sor Juana Inés de la Cruz era hija ilegítima.
A muy temprana edad, aprendió a leer y a escribir gracias a la biblioteca de su abuelo y donde se aficionó a la lectura de los clásicos griegos y romanos. Cuando muere el abuelo materno la envían a la capital de la Nueva España, para vivir con su tía María Mata, casada con un noble rico y culto que logró que entrara como dama de compañía de la virreina Leonor Carreto, marquesa de Mancera. En este ambiente culto y gracias a la protección de los virreyes pudo desarrollar su intelecto y sus capacidades literarias. Se entretenía escribiendo sonetos, poemas y elegías fúnebres con los que luego deleitaba a la corte virreinal.
En calidad de dama de compañía de la virreina, Juana quiso entrar a la Universidad, pero no lo consiguió pues las mujeres no tenían permiso para estudiar. Incluso intentó hacerlo disfrazada de hombre. A finales de 1666, decide ingresar en un convento. Pasa tres meses en el convento de las Carmelitas Descalzas, y tras contraer tifus y volver a su casa decide cambiar e ingresar en un convento de regla más mitigada como es el de San Jerónimo, donde la disciplina era menos estricta y le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas. En este convento de San Jerónimo profesó como religiosa con el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz.
Sor Juana recibía un pago de la Iglesia por inventar letras de villancicos. También obtenía generosas retribuciones económicas de la corte virreinal cuando componía poesías, canciones y alguna obra de teatro.
Fueron los virreyes de la Nueva España, quienes publicaron los dos primeros tomos de las obras de sor Juana Inés de la Cruz en la España peninsular.
En 1680 tuvo lugar la toma de posesión de don Tomás de la Cerda y Aragón al frente del virreinato de Nueva España. A sor Juana se le encomendó la confección del “Arco de Triunfo” que adornaría la entrada de los virreyes a la capital. Con esta ocasión, ella escribió su famoso “Neptuno” alegórico. La virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes, tuvo una gran admiración por sor Juana, y cuando regresó a España, se llevó sus textos para ordenar que se imprimieran.
En esta época dorada aceptó ser la administradora del convento de los Jerónimos y escribió versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales y dos comedias Sin embargo, la mitad de su producción son poemas amorosos, y su fama como poetisa se hizo muy popular, tanto en México como en España.
La virreina María Luisa le pidió que compusiera unos poemas que desafiaran al ingenio de un grupo de monjas portuguesas aficionadas a la lectura. Sor Juana Inés los denominó “Enigmas”.
Después de 1686, cambiaron las autoridades civiles y religiosas de Nueva España. En ese tiempo, sor Juana Inés de la Cruz se vio sometida a las acervas críticas de un predicador jesuita, apoyado por el mismísimo obispo de Puebla. El obispo prologó la publicación del jesuita, con el seudónimo de “sor Filotea”. En este prólogo, también él recomendaba a sor Juana que dejara de dedicarse a las “humanas letras”. Le pedía que se dedicase en cambio a las divinas, de las cuales, según el obispo, sacaría mayor provecho. Esto provocó la airada reacción de la poetisa. Como defensa, publicó el escrito “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”. Este es una encendida defensa de su labor intelectual. En él sor Juana menciona a mujeres sabias de la historia y de la biblia, como Santa Catalina o Hipatia de Alejandría, con la que llega a sentirse identificada; critica las envidias de que es objeto y reivindica el derecho a la mujer al estudio y al conocimiento. La “Respuesta a sor Filotea de la Cruz”, podría considerarse el primer escrito feminista de América. Esta respuesta inició una polémica cuya violencia difícilmente pudo prever sor Juana. Al final, se fue quedando aislada y sola.
Hacia el año 1693, sor Juana Inés dejó de escribir y decidió dedicarse más a labores religiosas. A principios de 1695 se desató una epidemia de tifus, que causó estragos en toda la capital de Nueva España. En el convento de San Jerónimo murieron nueve de cada diez religiosas enfermas. Sor Juana Inés cayó enferma poco tiempo más tarde, pues colaboraba cuidando a las monjas enfermas. A las cuatro de la mañana del 17 de abril de 1695, murió Juana Inés de Asbaje Ramírez. Tenía 43 años.