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Autoría es exactamente
Javier Rebollo
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El muerto y ser feliz Un asesino a sueldo que no asesina en una película de carreteras, perros y pistolas. Buenos Aires. En la última planta de un hospital un español que ha echado media vida en Argentina se da cuenta de que se muere. Este viejo asesino a sueldo -seco y divertido, tierno- se escapa con un feliz cargamento de morfina, y emprende un viaje hacia el norte, a ninguna parte. Una chica que encuentra en la carretera será su fiel escudera a lo largo de dos mil kilómetros de comedia negra.
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La mujer sin piano La mujer sin piano es el retrato de un ama de casa cualquiera a comienzos del siglo XXI en Madrid. Su protagonista es una mujer casada para la que no hay nada comparable a la íntima satisfacción de ver el plato humeante servido con admirable puntualidad a la hora de la comida. La película cuenta veinticuatro horas de su vida doméstica, laboral y sexual, una vida de la que una noche decide escapar, y cuenta todo lo que le pasa en esta fuga que dura lo que dura la noche. Quizá alguien diga que esta es una película sobre la alienación y la esclavitud de un ama de casa, pero en realidad es la historia de una mujer que, entrando en la menopausia, sin amistades, ni relaciones sociales, que ha vivido toda su vida volcada en la familia, que no se ve bonita, ni le gusta su pelo, se deja arrastrar por la noche y su extrañeza. Y es que, cuando llega la noche, otro mundo aparece, humorístico, negro, absurdo.
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Lo que sé de Lola León es un hombre soltero y solitario, no trabaja en nada ni conoce a nadie. Su tiempo se lo dedica a su madre enferma. En ocasiones, roba el correo de sus vecinos, escucha conversaciones y sigue el tránsito diario de la estación de trenes. Dolores se instala en su vecindario y León comienza a interesarse en ella, en sus encuentros, conversaciones, idas y venidas, mientras anota cada uno de sus movimientos en una libreta.
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Calor... y celos Narrada en clave de comedia, esta película nos cuenta la historia de un triángulo amoroso. Gaby y Carlos deciden pasar sus vacaciones en Cuba, y Silvia, amante de Carlos y amiga de Gaby, es una mujer que no acepta fácilmente la derrota, por lo que decide seguir al matrimonio hasta la isla. Ahí Intenta ahogar sus penas en rituales de santería. Gaby, por su parte, se encuentra con Cacho, un animador turístico local, que para ella representa la vitalidad, el color y el calor del Caribe. A través de él descubre sentimientos y sensaciones que parecía tener olvidados. Incapaz de controlar la situación, Carlos, por carambolas del destino, termina en un hospital. Gaby y Silvia coinciden en un hospital de La Habana en el que Carlos está ingresado por múltiples fracturas de huesos. El encuentro entre las dos mujeres, tragicómico y tenso, es la excusa para conocer las relaciones que se han establecido entre los tres, y las circunstancias que les han llevado hasta la sala de traumatismos.