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Autoría es exactamente
Juan Antonio Bardem
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Resultado final Nuestra historia transcurre durante el primero de marzo de 1996, en cuyas horas, una bellísima mujer, María José Fernández Conway, hija de un diplomático español y una norteamericana, repasa los momentos más importantes de su vida, desde que se incorpora a la Universidad madrileña y es testigo y partícipe de varios de los acontecimientos acaecidos en España al final de la década de los setenta. Recuerda cómo conoció a Carlos, un joven que se dedica a filmar clandestinamente todos aquellos sucesos que marcaron la vida española de esa época. Alumno de la Facultad, con quien María José mantiene, desde hace tiempo, una romántica, aunque incompleta relación. Posteriormente aparecerá Eduardo, un profesor titular de su Facultad a quien verá escalar los peldaños del dinero y del poder y convertirse en su marido.
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El último día de la guerra Mientras celebran el fin de la II Guerra Mundial (1939-1945), unos soldados del servicio de inteligencia nortemericano reciben la orden de localizar en Alemania a un científico alemán antes de que sea atrapado por un fanático capitán de las S.S.
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Los pianos mecánicos Vincent es un joven parisino que recibe la invitación de su amigo Reginald para pasar las vacaciones en el pueblo español de Caldeya. A través del escritor Regnier, conoce a Jenny, dueña del bar La Estrella. Vicent y ella se sienten atraídos de forma inmediata. En el pueblo, los adolescentes Serge y Nadine, de la misma edad que Daniel, el hijo de Regnier, desean huir de este ambiente de adultos.
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Nunca pasa nada El autocar que transportaba a la Gran Compañía Internacional de Revistas tuvo que hacer una parada forzosa en Madina el Zarzal. Ellos iban en viaje de una capital de provincia a otra, donde debían debutar al día siguiente, y, de pronto, Jacqueline, la más bonita de todas las coristas extranjeras del ballet "Parfum de París", se puso repentinamente enferma. Muy enferma. Tanto, que todo el mundo se asustó y hubo que parar en ese gran poblachón de la ruta, importante nudo de comunicaciones por carretera y ferrocarril. Había allí una pequeña clínica de accidentes, y don Enrique, el médico, Jefe y dueño de la clínica, la atendió. Era una apendicitis aguda, así que había que operar. La Compañía tendría que seguir viaje sin Jacqueline, y así hicieron. Don Enrique era un hombre cincuentón, brusco en sus maneras, competente en su profesión. La presencia de esta bella muchacha fue un golpe para él. Jacqueline fue operada con fortuna y comenzó su lenta convalecencia. Lenta, no porque físicamente hubiese algún fallo, sino por la escondida voluntad de don Enrique. La existencia de esa chica francesa conmovió hasta la raíz la vida apacible de todo el pueblo. Todo el mundo hablaba de ella y se preocupaba por ella. Lo que estaba sucediendo era, simplemente, que la presencia de esa adorable chica francesa revolucionaba a los alumnos de Bachillerato del Instituto, inquietaba a los contertulios del Círculo Mercantil y Agrícola, escandalizaba a todas las señoras del lugar. Y lo que es más grave, encendía una furiosa, terrible e inútil pasión en el bueno de don Enrique y servía de vehículo para el conocimiento de Julia, su mujer, y de Juan, el joven y tímido profesor de francés del Instituto, que daba clases particulares a Enriquito, su hijo. Un conocimiento suave y poético, donde ellos se descubrían los mismos gustos, las mismas tristezas, idénticos e inútiles sueños. Don Enrique, con mentiras infantiles, debatiéndose en un callejón sin salida, intentará retener todo el tiempo posible a Jacqueline. Todo será inútil. Un día llegará el gran autocar iluminado con las alegres chicas de la Compañía y se la volverán a llevar. Nunca pasa nada.