Al igual que ocurre con los pies monumentales serapeicos (1), el significado de las llamadas plantae pedis es debatido. Con frecuencia se han entendido como alusiones pro itu et redditu a un viaje real o iniciático, pero esa explicación no satisface la variedad de huellas de pies descalzos o con sandalias, la representación de la huella o del pie desde arriba, los pies aislados o en pareja, afrontados o en la misma dirección, orientados hacia arriba o hacia abajo, e incluso la curiosidad de que en ocasiones sólo aparezca la marca de un pie junto a otras dos (C198 y quizá C073). A. Canto había expresado una hipótesis sugerente sobre la atribución de las plantas de pies nemesíacas de Itálica a los magistrados electos, para entrar y salir con buen pie del cargo (2). Una inscripción de Alejandría con huella incisa confirma a quién pertenecen: ῎Ισιδος πόδας (3); sin embargo, otra procedente de File hace explícito que el pie inciso corresponde al profeta Smetkhem (4), probablemente un peregrino en el iseo. Sin demasiada sistemación, propone Takács (2005, p. 369) que las huellas revelan la acción del oferente, un peregrino que accede al santuario descalzo o con sandalias, que se detiene ante el templo o que representa su entrada y salida, que da vueltas alrededor de él, pero que en cualquier caso manifiesta su devoción dejando las marcas de sus pies como expresión de su pregrinaje, explicación algo forzada por el propio título del congreso en el que se publica su artículo. No estima que las plantas saliendo del templo con un pie más adelantado que el otro puedan corresponder a la deidad receptora del fiel. Puccio, de forma simplificada, sugiere que cuando las huellas miran hacia el exterior corresponden a la diosa, mientras que cuando miran hacia el interior, representan al fiel.