Los nombres teóforos no constituyen indicio per se de culto. No hay certeza de que el cognomen proceda de un cambio onomástico como consecuencia de una iniciación, o que sean el testimonio de la devoción de los propietarios que designan con tales cognomina a sus dependientes. Es posible que sean consecuencia de otras causas no vinculadas a preferencias religiosas, de modo que no constituyen documentos inequívocos que confirmen una devoción determinada. Este caso es similar a los de Hispalis (C092), Corduba (C111), Ituci (C114), Sasamón (C176) o Asturica Augusta (C185), en los que el cognomen coincide con el teónimo o con un epíteto divino como el que aparece, por ejemplo, en el epígrafe de Sagunto dedicado a Isis Pelagia (C150).