Su conexión con las divinidades nilóticas se establece por la aparición en las mediaciones de tres fragmentos cerámicos con supuesta mención del teónimo Sarapis (C161), así como la inscripción de Titus Hermes, documentos a los que se presta atención inmediatamente (C162). La relevancia topográfica del emplazamiento unido a la información epigráfica y numismática convierten el culto de las divinidades nilóticas en uno de los más importantes en la Carthago Nova tardorrepublicana, donde se aúnan los esfuerzos de los particulares con los de las autoridades municipales para dotar a la ciudad de un espacio de culto de enorme importancia. El Cerro del Molinete parece haber sido un espacio especialmente frecuentado por orientales, relacionados con la actividad portuaria, pues resulta muy accesible desde el puerto. Los materiales aparecidos, especialmente los correspondientes al siglo II a.C., ponen de manifiesto la incidencia de importaciones orientales, lo que conjuga perfectamente con la presencia de un santuario dedicado a dioses salutíferos y protectores de los navegantes. En su interesante artículo, Pena propone que la restitución de la parte perdida, para la que se ha propuesto A[RAM], sea ADAD. De esta manera,se refuerza la hipótesis de Ramallo – Ruiz Valderas acerca de una trasposición del espacio cultual del Serapeo C de Delos a Carthago Nova, pues en Delos además del templo al dios nilótico había otro dedicado a Atargatis y su paredro Hadad. Esta eventualidad se acrecienta por el hecho de que la divinidad no es mencionada a la romana, Dea Siria, sino en su forma oriental, lo que pone más claramente de manifiesto la introducción directa del culto por greco-orientales en torno al año 120 a.C. Esta constatación unida al caso de Emporiae debilita la supuesta introducción del isismo en Hispania desde África.