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1.01.01.02. Receptáculo bucefalomorfo
Se trata de una obra de base triangular, íntegramente conservada. Apareció a la izquierda del altar cuadrado y adosado a él. La fábrica es similar a la del nº 1.2, pero con trozos de ladrillo para reforzar sus esquinas. También estaba revocado de mortero blanco. En su parte superior presentaba una concavidad con forma triangular, pero sin revoco en su interior. Esta obra asemeja la cabeza de un toro en la que se han modelado los orificios nasales y la boca del animal. En la parte posterior unas protuberancias, de las que se conserva una y el arranque de la otra, simulan los cuernos. En Els Munts (nº 3.03.01) también ha aparecido un altar triangular.
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1.01.01.01. Altar de obra decorado con policromía
Se trata de un altar de base cuadrada, fabricado con tierra arcillosa; es macizo y con las esquinas redondeadas. Sus caras están revocadas con mortero blanco; una de ellas conserva la parte inferior de una figura humana pintada en tonos ocres. Se intuye una figura de pie y en posición frontal que calza sandalias de cuero; las piernas aparecen desnudas. Alrededor de la figura hay una decoración vegetal que combina colores verdes claros y oscuros; en el tallo del extremo derecho se aprecia una pequeña flor de color rojo. La escena está enmarcada con una línea roja de 4 a 6 cm de ancho.
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1.01.01. Mitreo de la calle Espronceda
<p>En la primavera del año 2000, una excavación de urgencia en el nº 22 de la calle Espronceda de Mérida (Fig. 1.01.01.0a), sacó a la luz una estructura similar a la de los mitreos, aunque el ábside estaba destruido. Los muros perimetrales, en dirección NO.-SE. no superaban los 50 cm. de altura en el momento de su descubrimiento. A tenor de lo excavado se puede calcular que la nave tendría unos 5,5 m de ancho y unos 18 de largo, de los que sólo se ha podido recuperar un tercio (Fig. 1.01.01.0b). A ambos lados, dos bancos corridos (de 1,7 de fondo por 0,8 m de alto), cubiertos con mortero y pintados de blanco, enmarcan un pasillo de 2,10 m de ancho, con suelo de tierra batida, en el que se encontró lo que parece ser la parte baja de un altar (nº 1.01.01.01) y a su izquierda un receptáculo (nº 1.01.01.02), ambos de obra (Fig. 1.01.01.0c), como ocurre en el mitreo de los <i>Castra Peregrinorum </i>(Lissi-Caronna, 1986). El suelo del edificio presumiblemente se encontraba por debajo del nivel de calle, lo que articulaba un espacio semisubterráneo (Fig. 1.01.01.0d). Todos los indicios apuntan a la identificación de ese espacio con un mitreo, aunque en ausencia de epigrafía o estatuaria, es muy difícil garantizar su adscripción. La prolongación de los muros parece indicar que no se trata de una construcción aislada, sino integrada en un conjunto arquitectónico más grande. No se puede determinar si se accedía desde la calle directamente a la nave o si había un pronaos o vestíbulo, como se acredita en otros lugares (Shepherd, 1998, 63; Beccatti, 1954, 135). Cabe asimismo la posibilidad de que hubiera una entrada lateral que uniera el mitreo con el edificio en el que aparentemente está integrado, como en el mitreo de Lucrezio Menandro en Ostia (Becatti, 1954, 134). En el solar excavado se construyó una casa particular, por lo que no se han preservado los restos arqueológicos.</p>
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3.01.01. Supuesto mitreo en Can Modolell
<p>Yacimiento situado a unos 130 km al nordeste de la capital provincial, <i>Tarraco</i>, a unos 30 de Barcelona siguiendo la línea de costa y a 5 km de Cabrera de Mar. El yacimiento no ha sido excavado en su totalidad, pues falta todo el cuadrante NO. y no hay una publicación adecuada de la evolución arquitectónica del espacio. Su descubrimiento fue casual en 1974 y los restos actualmente visibles son producto de las actuaciones de la Secció Arqueològica del Museu de Mataró entre los años 1974 y 1984, por lo que los hallazgos se conservan en el museo de esta localidad. Una intervención en 1999 permitió determinar la planimetría como la conocemos ahora. La última intervención, de 2011, estableció el límite norte del yacimiento y confirmó la ausencia de otras construcciones romanas en los alrededores. Se trata de un gran espacio con diferentes edificios, interpretados bien como construcciones de una villa romana de explotación agraria compuesta por varias estructuras, o bien como espacio sacro desde sus orígenes, quizá incluso de época ibérica tardía. Sin embargo, no parece que haya una continuidad formal, funcional, ni espacial entre los restos ibéricos y los altoimperiales. En su conjunto, el área excavada abarca más de 350m2, aunque se estima en más de 1000 m2 el espacio arqueológico. Los primeros materiales romanos son de época augustea, pero no van acompañados de construcción. El origen de las edificaciones romanas se sitúa entre el período de Tiberio y el de Claudio, probablemente en conexión con la propia remodelación de <i>Iluro </i>y su territorio al obtener la municipalidad. En la segunda mitad del siglo II el conjunto adquiere un aspecto mucho más estructurado por una serie de intervenciones sobre las que no hay acuerdo si se acometen simultáneamente o de forma progresiva. El hecho es que hacia mediados del siglo II, el conjunto se dota de una entrada monumental con continuidad en un criptopórtico, en el que supuestamente se instalaría un mitreo, idea no compartida por algunos autores (Clariana <i>et alii</i>, 2000, 165-200). En algún momento del siglo III o del IV, el complejo cayó en desuso, las estructuras colapsaron –sin que se pueda determinar si hubo acción violenta– y el espacio quedó cubierto por tierra. En la segunda mitad del siglo V se establecen nuevas edificaciones sobre el estrato de abandono.</p>
<p>La documentación parece indicar que en Can Modolell se veneraban otras divinidades al margen de Mitra, Neptuno, con casi total seguridad y una divinidad femenina no identificada, según se indica más adelante. La mayor parte de los hallazgos destacados, mármoles de importación, bronces y dedicatorias en bronce, corresponden a este período cronológico. Una inscripción, fechada en época augustea, conmemora una <i>erogatio stipis</i>, un reparto realizado por los magistrados locales. Es, sin duda, anterior a los materiales mitraicos, lo que podría avalar la hipótesis de que el lugar era ya sacro antes de que se ofrecieran los primeros objetos mitraicos. En esa dirección apuntan asimismo la inscripción de <i>Aphnius</i>, un liberto de <i>Paccius Saturninus</i>, procurador de Vespasiano, que corrobora el uso del espacio en la segunda mitad del siglo I d.C. y la <i>tabula ansata </i>dedicada en el último tercio del siglo I d.C. por <i>M</i>(<i>arcus</i>) <i>Flavius Moschus</i>, a una divinidad que no se reconoce, aunque se ha sugerido que fuera Silvano. Es muy probable que el dedicante sea un liberto Flavio. Todos estos hallazgos parecen corroborar la existencia de un espacio cultual en la segunda mitad del siglo I d.C., en el seno de una propiedad imperial (1), donde se acondicionaría, ya en el siglo II, quizá un ambiente específicamente mitraico o incluso un mitreo. En cualquier caso, la epigrafía conservada da preeminencia a Mitra, no sabemos si como deidad única venerada a partir de un determinado momento o como divinidad que comparte un espacio sacro previo en el que cohabita con otras deidades. Tanto en uno como en otro caso, el espacio reacondicionado hacia mediados del siglo II proporciona un valor simbólico adicional a la historia del lugar, pues un nuevo dios ocupa un lugar ancestralmente sacro quedando así legitimado. Otra alternativa sería admitir que Mitra accede a ese espacio sacro de la mano de sus devotos no en exclusividad, sino compartiéndolo, de tal modo que no podríamos hablar en propiedad de la existencia de un mitreo.</p>
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2.02.02. Árula anepígrafa de mármol blanco
Árula anepígrafa de mármol blanco con relieves en sus cuatro caras y foculus en la parte superior, de carácter supuestamente mitraico-dionisíaco. Procede del anfiteatro. En la cara frontal (Fig. 2.02.02) está representado un toro que camina hacia la derecha, en la posterior (Fig. 2.02.02a) un árbol con frutos, quizá higuera. En la derecha (Fig, 2.02.02b) cinco espigas de trigo y en la izquierda (Fig. 2.02.02c) una vid con hojas, pámpanos y racimos de uva. En la parte superior tiene un focus que ocupa casi toda la superficie (Fig. 2.02.02d).
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1.03.01. Placa de mármol grisáceo de Tigraches con inscripción votiva
<p>Placa de mármol grisáceo de Tigraches con inscripción votiva encuadrada por una doble moldura (Fig. 1.03.01). Una fractura impide leer el inicio de la primera línea, la erosión y el maltrato dificultan la lectura del resto. No se conoce la procedencia exacta, pero muy probablemente es de la propia Beja. </p>
<p>[<i>M(ithrae)</i>?] <i>Deo Invicto </i>/ <i>sodaliciu</i>(<i>m</i>) <i>Braca</i>/<i>rorum st</i>[<i>u</i>]<i>dium sua in</i>/<i>pensa fece</i>[<i>ru</i>]<i>nt cum </i>/ <i>cratera</i>. <i>Ti</i>[<i>tulum</i>] <i>dona</i>/<i>vit Messiu</i>[<i>s</i>] <i>M</i>(<i>arci</i>)? [<i>l</i>(<i>ibertus</i>)]? [<i>Arte</i>]<i>mido</i>/[<i>rus</i>] <i>magis</i>[<i>t</i>]<i>er </i>[<i>d</i>(<i>e</i>)] <i>s</i>(<i>uo</i>) <i>fe</i>(<i>cit</i>).</p>
<p>Al Dios Invicto [Mitra]. La cofradía de los bracarenses hizo el aula con sus recursos, junto con la cratera. El <i>magister </i>Messius Artemidorus, liberto de M[arcus], puso la inscripción con su dinero.</p>