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2.04.01. Escultura de Mitra tauróctono de mármol blanco amarillento
Apareció casualmente, junto a una estatua de Dióniso, en 1952, en el interior de una de las exedras del estanque central del peristilo de la villa romana de Fuente Las Piedras, conocida ahora como Villa del Mitreo, en el ámbito suburbano de Cabra (1). La tauroctonía representada es de una factura de calidad mediana. Una fractura en la parte trasera del toro ha hecho desaparecer el rabo, lo que impide saber si acababa en espiga, así como la capa del dios. Es como si se conservara aquí buena parte de lo que falta en la tauroctonía de Mérida. Mitra, ataviado como de costumbre con el pantalón persa y túnica corta, mira al Sol mientras clava la daga en el cuello del toro, al que domina sometiéndolo con su pierna izquierda (2). Lleva el gorro frigio y la capa atada al cuello, aunque se ha perdido. El perro y la serpiente acuden a la sangre derramada. El escorpión pinza los testículos del toro. Con la mano izquierda el dios sujeta al animal por los orificios nasales. No se conserva nada más del grupo, aunque cabe la posibilidad de que otras figuras exentas acompañaran y completaran la escena.
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2.04.01. Escultura de Mitra tauróctono de mármol blanco amarillento
Apareció casualmente, junto a una estatua de Dióniso, en 1952, en el interior de una de las exedras del estanque central del peristilo de la villa romana de Fuente Las Piedras, conocida ahora como Villa del Mitreo, en el ámbito suburbano de Cabra (1). La tauroctonía representada es de una factura de calidad mediana. Una fractura en la parte trasera del toro ha hecho desaparecer el rabo, lo que impide saber si acababa en espiga, así como la capa del dios. Es como si se conservara aquí buena parte de lo que falta en la tauroctonía de Mérida. Mitra, ataviado como de costumbre con el pantalón persa y túnica corta, mira al Sol mientras clava la daga en el cuello del toro, al que domina sometiéndolo con su pierna izquierda (2). Lleva el gorro frigio y la capa atada al cuello, aunque se ha perdido. El perro y la serpiente acuden a la sangre derramada. El escorpión pinza los testículos del toro. Con la mano izquierda el dios sujeta al animal por los orificios nasales. No se conserva nada más del grupo, aunque cabe la posibilidad de que otras figuras exentas acompañaran y completaran la escena.