La mujer no dejó ni un segundo de sembrar aquella tierra con aquellas manos. Y esas manos no eran otras que las de la mujer árbol, una vieja campesina que, con la ayuda de su hijo, consigue con la constancia, día a día, convertir una tierra árida y seca en una tierra llena de vida. La tierra árida no es sólo la tierra, es la actitud de sus paisanos y paisanas que se limitan a no hacer nada, a ver pasar la vida sin entregarse a ella. La mujer acabará con esa actitud de abandono desde el ejemplo. Un ejemplo para todos los habitantes de este planeta llamado tierra. Todo ello puesto en pie por un colectivo de personas con capacidades diferentes.