En 1856 se fundó en La Habana la Revista de Jurisprudencia con el subtítulo de ciencia, literatura, variedades que después pasó a ser modificado por uno más exacto de Administración y Comercio. Tuvo cuatro «redactores» (en realidad codirectores) principales: Francisco Fesser, José Manuel Mestre, José Ignacio Rodríguez y Nicolás Azcárate.
En su planta general, esta revista no difiere mucho de las metropolitanas. En su parte doctrinaria, tuvo secciones claramente delimitadas de Derecho civil, penal, mercantil y administrativo. Las discusiones generales de la época –v. gr. la legitimidad del duelo o de las penas infamantes– estuvieron presentes en sus páginas. También acompañaban una sección de ciencia económica donde se aplicaron diversas doctrinas de economía política a situaciones locales, y otro de legislación e historia como un espacio de cultura general («Gobierno y legislación de los Romanos»). También contenía «Variedades» de curiosidad cultural: las querellas y juicios de Víctor Hugo contra actores que no le pagaban los derechos por poner en escena una obra suya, o presuntos documentos que acreditarían la existencia de «el hombre de la máscara de hierro». No podían faltar las secciones oficiales típicas de legislación positiva y disposiciones administrativas. Sin embargo, la revista presentó en sus contenidos variaciones propias del régimen insular: la usual crónica de tribunales comentaba las sentencias de la Real Audiencia Pretorial y las decisiones administrativas que mientras en la Península procedían de los diferentes Ministerios, estaban en este caso casi siempre concentradas y procedían del Gobernador y Capitán General de la isla. También hubo secciones típicas como transcripciones de debates en las Cortes en Madrid, donde reproducían los discursos de Pacheco y Gómez de la Serna sobre organización de los tribunales y la inamovilidad de magistrados. La revista fue espacio para debates doctrinales entre los juristas locales en torno a, por ejemplo, la coartación de esclavos (causas y consecuencias) que dio lugar a sendas discusiones donde cada intervención sopesó los argumentos históricos y jurídicos sobre la institución y para la vida de Cuba.
La profusión de materiales pueda deberse en parte a situaciones personales de sus directores: el codirector Francisco Fresser era el Síndico Procurador General de La Habana, básicamente protector de esclavos, y como tal encargado de entablar demandas por la libertad de estos. Es posible que esta misma condición de los codirectores tuvo que ver con los contenidos de casos relacionados con esclavos como procesados en juicio criminal. Como simple ejemplo, tenemos causas judiciales donde el esclavo aparece como víctima o como victimario, o donde mata a otro esclavo. Teniendo el marco anterior claro, podemos comprender mejor esta Revista de Jurisprudencia. Al ingresar a su contenido, encontramos aportaciones interesantes para los contratos mercantiles, o textos básicos de civilística sobre la prescripción, tanto usucapio como extintiva, crónicas sobre las actividades de la Universidad de La Habana tales como academias dominicales, discursos sobre el sentido de la universidad o las memorias escritas presentadas en unas oposiciones a cátedra de jurisprudencia que discurrían sobre las penas infamantes. No podían faltar en estas secciones generales, noticias sobre intervenciones forenses destacadas, como el enfrentamiento entre Manuel Cortina y Salustiano de Olózaga a propósito de un caso de fincas con victoria del primero en donde representaba a Eugenia de Montijo, o discusiones sobre la proyectada Ley Orgánica de Tribunales.
La razón por la que esta Revista de jurisprudencia debe destacarse es doble. Primo, por la extensión y calidad de sus materiales que contienen una densidad doctrinaria considerable para la época que la sitúan con pleno derecho como un material digno de estudio. Secundo, por dar cuenta de lo que fueron muchos aspectos el Derecho y jurisprudencia de Ultramar en sus detalles como el estatus de las ínsulas bajo el Principio de Legislación Especial, u otros de los más odiosos como el régimen jurídico de la esclavitud persistente en las Antillas