Boletín-Revista de la Universidad de Madrid

Descripción

Los inicios de la Revista de la Universidad de Madrid revelaron un contexto vibrante en torno a la libertad de la ciencia y de un nuevo modelo de universidad y de ser académico. El objetivo era la ciencia por la ciencia. El objetivo fue inicialmente desarrollar las implicaciones prácticas y teóricas de la libertad de la ciencia. Las características de tal modelo eran el distanciamiento de los intereses de corporación profesional, apertura al extranjero, incremento de la comunicación académica, colaboración e intercambio para el «libre comercio de las ideas». Una síntesis ambiciosa: libertad científica, asociación y colaboración entre científicos, y diálogo con otras instituciones internacionales.
De esta manera, el Boletín-Revista empezó a andar. Debe indicarse que tuvo dos épocas. La primera estuvo llena del espíritu revolucionario y la segunda...
Metadatos

Título

Boletín-Revista de la Universidad de Madrid

Otros títulos

Revista de la Universidad de Madrid

Fecha de inicio

1869

Fecha de cese

1877

Localidad de publicación

Madrid

País

España

Tipografía

Universidad de Madrid. Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra.

Periodicidad

Quincenal

Director

Fernando de Castro, José Moreno Nieto y Francisco de la Pisa y Pajares, en su condición de Rectores de la Universidad Central. En general, hubo una Comisión universitaria, compuesta por catedráticos de todas las Facultades, que estuvieron detrás de la dirección y edición.

Colaboradores

Nicolás Salmerón, Fernando de Castro, Francisco Giner de los Ríos, Vicente Romero y Girón, Julián Sanz del Río, Pascual de Gayangos, Karl David August Röder, Pedro de Alcántara García, Luis de Tornos, José Fernando González, Vicente Lafuente (Vicente de la Fuente), José Luis Giner, Juderías Bénder, Enrique Ahrens, Santiago González Encinas, Gumersindo de Azcárate, José Moreno Nieto, Manuel Colmeiro, Fernando de Castro, Luis Silvela, Joaquín Maldonado Macanaz, Bienvenido Oliver, Francisco de la Pisa Pajares, Salvador Torres Aguilar, Rafael de Labra, Joaquín Costa, Segismundo Moret y Prendergast, Francisco Fernández González, Francisco de Cárdenas, José Marangues, Hermenegildo Giner, Melchor Salvá, Manuel Torres Campos, entre otros.

Contenido

Los inicios de la Revista de la Universidad de Madrid revelaron un contexto vibrante en torno a la libertad de la ciencia y de un nuevo modelo de universidad y de ser académico. El objetivo era la ciencia por la ciencia. El objetivo fue inicialmente desarrollar las implicaciones prácticas y teóricas de la libertad de la ciencia. Las características de tal modelo eran el distanciamiento de los intereses de corporación profesional, apertura al extranjero, incremento de la comunicación académica, colaboración e intercambio para el «libre comercio de las ideas». Una síntesis ambiciosa: libertad científica, asociación y colaboración entre científicos, y diálogo con otras instituciones internacionales.
De esta manera, el Boletín-Revista empezó a andar. Debe indicarse que tuvo dos épocas. La primera estuvo llena del espíritu revolucionario y la segunda fue mucho más «domesticada» a partir de 1873. El inicio de la Restauración marcó el final de la revista. La misma Revista de la Universidad de Madrid en la que brotaba la euforia del derrocamiento de 1868 pasó a ser órgano de la nueva Administración. Los contenidos cambiaron y sobre todo las formas y estilos. La misma no se extendió mucho más y terminó en 1877.
Una descripción más detallada del proyecto editorial indica lo siguiente. El 10 de enero de 1870, al comienzo de una nueva década, se puso en marcha la publicación. Su prospecto no pudo ser más auspicioso. Al notificar que, por resolución del Consejo universitario, se publicaría una revista que iría más allá de los intereses de una corporación profesional, como los universitarios y su cuerpo funcionarial de escalafones, se estaba trazando un proyecto deseado y un tipo de vindicación sobre lo que significaba ser académico, ser universitario, ser científico. Esta publicación apuntaría al corazón mismo del conocimiento, mediante un «órgano genuino» que exprese: « […] no solamente de las nobles aspiraciones de su Claustro, sino también de las más elevadas de la ciencia, que por ventura ha conquistado entre nosotros el derecho á proclamar el ideal en todas sus esferas; de la enseñanza, que acaba de conseguir con la libertad la primera y más, eficaz condicion de su desenvolvimiento; del profesorado patrio, cuyo interés por los grandes fines de su instituto es urgente fomentar; y de las fraternales relaciones, por último, en que esta Universidad, sus Institutos y Escuelas desean vivir con los demas establecimientos consagrados á la ciencia y la instrucción, así en España como en el extranjero. Nuestra Universidad sigue en esto el ejemplo de las primeras de Europa, á cuyo envidiable crédito no han contribuido poco las publicaciones que sostienen de índole semejante á la que nos proponemos. Pero, aunque así no fuera, el carácter social de la ciencia moderna, el testimonio que toda institución científica debe, en su virtud, al público del espíritu en que vive y del modo de cumplir sus fines, y la persuasión de que el cumplimiento de éstos sólo es posible mediante el libre comercio de las ideas, el trato recíproco de los maestros y de las escuelas, nos habrían seguramente movido á dar á luz el Boletín-Revista». Una síntesis ambiciosa: libertad científica, asociación y colaboración entre científicos, diálogo con otras instituciones. Un objeto claro. ¿Y a quién servía esta publicación? El propósito fue expreso: «el Boletín-Revista servirá solo á los intereses generales de la ciencia, y no á los especiales de ninguna escuela ó partido», aunque sin dejar de mencionar que buscaba la mejora del profesorado, aunque no en un sentido burocrático sino dirigido «á despertar su energía, á favorecer su vitalidad». Habló el prospecto de unirse más a Europa y también aludió a que se debía mejorar la instrucción en Ultramar. Como personajes conocidos componían la Comisión nombrada por las Facultades para esta publicación estaba Fernando de Castro como Rector, Augusto Comas por la Facultad de Derecho, Nicolás Salmerón por Filosofía y Juan Uña como Secretario general. La dirección del periódico estaba a cargo del Rector, la redacción inicialmente pensada para los catedráticos, pero podían colaborar todos los «hombres de ciencia y de letras que á ello se presten voluntariamente». Las bases de la publicación se vertebraban sobre tres secciones: Doctrinal, Orgánica y Bibliográfica. Se complementaba con secciones de crónica general y variedades. Así, la primera parte está dedicada a: «Artículos que den á conocer el estado de la ciencia y la enseñanza en nuestra patria y en el extranjero [y] artículos relativos al movimiento científico, literario y artístico dentro y fuera de España». La parte orgánica se pensaba como dedicada al «estudio de la organización actual de la enseñanza en España y en el extranjero, en sus diversas clases y grados», así como al de «las reformas que el espíritu de la ciencia, las exigencias de la sociedad y la experiencia propia ó extraña aconsejen plantear, tanto en beneficio de la instrucción como de los que á su cultivo se dedican». La bibliográfica «a la exposición y juicio crítico de las obras de mérito superior que se publiquen dentro y fuera de España». Las otras secciones eran típicas en cuanto informar de la «la vida interior de los establecimientos» con noticias, como lecciones inaugurales, oposiciones, nombramientos, etc.; y la crónica general de hechos diversos vinculados con la educación. Se tuvo la delicadeza (y elegancia) de alejar la «parte legislativa» a un pliego aparte. Si nos adentramos en sus contenidos, es inevitable concluir que esta revista podría ser perfectamente el objeto de varias monografías independiente. Diremos, en síntesis, que fue una de las mejores tribunas para la difusión de una ciencia española en estado de gestación, desde donde sobresale la intensidad de sus alcances. La revista fue fecunda en todas las disciplinas y ciencias. No solo las tradicionalmente universitarias de las Facultades mayores –Medicina, Derecho, Teología– sino saberes que se institucionalizan con mayor fuerza, hacen su acto de presencia y afirmación en sus páginas. Geografía, Matemáticas, Meteorología, Arquitectura, Antropología, Geología, Estudios Bíblicos, Economía Política, Arte, Historia universitaria y de España en denso, Química, Botánica, Filosofía –Metafísica y Estética, principalmente–, todas tuvieron su lugar en esta publicación periódica. Parece acaso una verdadera universitas, en el sentido de universalidad o totalidad. Acompañaban los artículos científicos –ahora sí usamos el término con mayor exactitud– sustanciosas crónicas del claustro que informan cumplidamente sobre la actividad universitaria. Recorrieron las páginas nombres como el rector Fernando de Castro, Emilio Castelar o Nicolás Salmerón. Aparecen muchas noticias sobre Alemania y se plantea de alguna forma un tipo de «germanización», aunque sin todavía mucha claridad. Se planteó cómo se han descuidado muchas disciplinas, tanto no solo en su desarrollo científico como en su pedagogía. Y que era hora de acompañarlas tanto el contenido como su enseñanza mediante estas actualizaciones pedagógicas que cambien la faz de la universidad española. Basta que cualquier lector acostumbrado a materiales de la época coteje lo que había sido la prensa «intelectual» o «académica» hasta tales años para comparar y advertir la enorme diferencia de contenidos, en cuanto a su articulación y calidad.
Tras el parón de dos años entre 1871 y 1872, el Boletín-Revista renació en 1873 con el título ahora, más exacto, de solo Revista de la Universidad de Madrid. La Primera República Española había sido declarada a inicios de 1873; a mediados del mismo año pasó a denominarse República Federal por unas Cortes Constituyentes. Sobre el renacimiento de la publicación, se relatan brevemente las circunstancias de este retorno, debido una decisión del Claustro que acordó: «publicar una Revista científica, continuación de la que empezó á salir á luz há ya algún tiempo y que hubo de suspenderse por causa de dificultades, principalmente económicas, que luégo sobrevinieron». El catedrático José Moreno Nieto fue el encargado, como nuevo Rector tras suceder a Fernando de Castro, de presentar la nueva época de la revista. Consideró que la misma seguía persistiendo como necesidad, pese al reformismo y esfuerzos iniciales, el potenciar la investigación científica: «Por más que sea doloroso, es menester declararlo y confesarlo: ya que ramas importantísimas, sobre todo, de las ciencias naturales y de las filosóficas y sociales» no estaban siendo cultivadas «con el sentido y por los procedimientos propios del período novísimo […] [y la] actual cultura europea». La nueva época siguió proponiendo entonces «llenar estos vacíos», retomar un «espíritu crítico», y sobre todo casar la universidad madrileña con lo que entendía que era «una época nueva de la vida del espíritu», comparable a lo que se conoce como el Renacimiento. ¿Cómo se explica este misterioso espíritu? No es que se pueda decir que su nueva época haya sido totalmente regresiva. Siguieron apareciendo todas las ciencias: desde Termodinámica, Química, hasta Anatomía o Literatura. Se trató nuevamente de textos articulados. De hecho, se cuenta de que la Universidad de Madrid había sido premiada en la Exposición Universal de Viena de 1873 con una medalla al mérito, «por la colección que ha presentado de esta Revista, en su primera y segunda época, y por las Memorias estadísticas que á la misma acompañaban».
La Restauración llegó a la Universidad de esta manera. Y tal fue el último año de esta publicación, el 1877. Para la apertura del curso 1875 a 1876 la crónica universitaria menciona ya una «solemne regia apertura». La misma Revista de la Universidad de Madrid en la que brotaba la euforia por el derrocamiento de 1868 ahora pasaba a ser órgano de la nueva Administración. Los contenidos cambiaron y sobre todo las formas y estilos. Isabel II se pasó de considerar (en la misma revista) como autora de «legislación liberticida» y de cómplice de la conspiración contra la ciencia (1869), a considerar como «princesa ilustre […] [que hace 25 años] erigía en Madrid, con el título de Universidad Central, esta preciada casa de estudios […] respondía en más vasto campo á las necesidades crecientes de la cultura europea, debía ofrecerse en sus cátedras del Doctorado como remate y corona del nuevo edificio de la Enseñanza pública» (1876). La continuación de los estudios reales y pontificios había sido su prioridad en tanto «protectora de ciencias y letras, alentada de gallardo espíritu de reformas y emulando además, con ánimo generosísimo, los nobles ejemplos que legaron á la posteridad» su propia familia. La revista se impregnó de este espíritu. Cuando publicó sobre Alfonso XII lo describió como «el joven monarca, que en buena hora había comenzado á regir los destinos de los españoles», y cuando habla de su recorrido por los edificios como «la lisonjera visita del augusto Príncipe». En tales años ofició de rector el canonista y distinguido historiador de las universidades hispánicas Vicente de la Fuente. En fin, todo el estilo cortesano preside la crónica oficial. Solo una breve muestra más de lo que era esa Restauración, en el sentido más literal posible pues recuerda a otras crónicas de la Universidad isabelinas y sus ceremoniales: «Ocioso sería advertir que no faltaba en aquel recito, para dar brillo á la solemnidad, el ornato de damas hermosísimas, así de las distinguidas por su riqueza y linaje en los círculos aristocráticos de la Corte, como de las que, madres y hermanas de los jóvenes laureados, ansiaban ser testigos de la no acostumbrada honra dispensada por el jóven Príncipe á los más dignos escolares». Suspendemos aquí la crónica, que por ejemplo abunda en detalle de la ceremonia y alumnos premiados (entre los que destaca como premio extraordinario del Doctorado en Filosofía y Letras «D. Marcelino Menéndez y Pelayo»). En la Revista queda algún breve estudio sobre el Derecho de Familia –con mención a Fustel de Coulanges–, pero en lo esencial la experiencia y el modelo ya habían concluido. A efectos estadísticos e información general, se publicó como un suplemento de la Revista el «Anuario de 1876 á 1877» y una «Memoria acerca del estado de la enseñanza en la Universidad Central y en los establecimientos del distrito incorporados á la misma, durante el curso 1875 á 1876 donde se enumeran la cantidad de alumnos de la Facultad de Derecho y sus profesores», señalando incluso los domicilios personales de estos últimos. También las asignaturas según las secciones y las calificaciones finales, incluyendo la Escuela del Notariado. De esta forma, tan burocrática, terminó esta importante revista. Ahora, la batalla por la renovación de la ciencia jurídica española tuvo que jugarse extramuros: fuera de la Universidad y ad extra de las instituciones. En tal contexto transcurrió la fundación de la Institución Libre de Enseñanza y su futuro Boletín.

Información adicional

Esta publicación contó con una primera época, 1869-1870 y tras una interrupción otra segunda, 1873-1877

Materia

General

Ejemplar consultado

Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Continuada por

Boletín de la Universidad de Madrid en 1931

Índices acumulados

https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=17061
https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=17123

Autoría

Fernando Liendo Tagle

Fecha

19/08/2025

Conjuntos de fichas