La revista se centra en ofrecer información de utilidad a los escribanos y notarios movidos por el deseo de potenciar la reforma de la legislación y la mejora de su situación.
En cuanto a su estructura, no se incluye un sumario como tal, cada número incorpora artículos de opinión, estudios doctrinales, novedades…, repitiéndose apartados rubricados como parte oficial y gacetilla.
Desde la primera entrada de la revista informa de que su objetivo es no quedar de brazos cruzados en la defensa de los intereses de los compañeros actuando como canalizador de las quejas, haciendo hincapié en la defensa conjunta de escribanos y notarios, considerados todos como “individuos de una misma clase” abogando porque entre “Notarios y Escribanos de número (…) cese cuanto antes ese repugnante espectáculo de desunión y de discordia”.
En la página cuatro, del número 1, a propósito del precio de la suscripción, en concreto, cuatro reales al mes en Madrid y para el resto de provincias cinco reales, cantidad ésta que ya en el número 2 subió a 10 reales, se insiste en que “Los Redactores de EL NOTARIO, que no les mueve otro interés, ni les anima mas deseo, que el de contribuir en cuanto puedan á mejorar la situación de una clase a que pertenecen y a la cual se han consagrado en otras ocasiones con el mayor desprendimiento”
El fin de la publicación parece llegar de forma inopinada, no solo por el contenido de la breve nota incorporada al inicio del número 49 de la revista donde informa de que “Con el mayor sentimiento nuestro, y por motivos especiales que no está en nuestra mano poder evitar, nos vemos en la imprescindible necesidad de suspender por ahora la publicación de EL NOTARIO. Quizás dentro de poco tiempo vencidas que sean las dificultades que en el día nos detienen, podremos volver a dedicarnos a la defensa de la clase”, sino porque el primero de los artículos publicado en ese número 49 acaba anunciando una segunda parte, en concreto, avisa de que: “Hacemos aquí alto para concluir en el artículo siguiente porque el presente va siendo largo.”
En el único año de vida de la revista hubo oportunidad de publicitar un proyecto de ley del notariado, si bien, el texto definitivo no se aprobaría hasta el 28 de mayo de 1862.