Fue una casa particular antes de que la compraran para hacer un hotel. El edificio primitivo se edificó en el siglo XVIII. La fachada mantiene una sencilla decoración de fábrica de ladrillo fingida característica de esta época en Málaga, además de otros elementos como rejerías y patio propios del barroco malagueño. No obstante, las pinturas son posteriores.
Las pinturas se descubrieron durante las obras de reforma en hotel, desgraciadamente, cuando ya se habían picado y eliminado totalmente las de algunos paramentos.
Estas pinturas decorativas destacan al presentar motivos pompeyanos que enriquecen la arquitectura fingida que aparece continuamente. Los motivos pompeyanos que presentan estas decoraciones son geométricos y vegetales, alternando colores rojizos y ocres con verdes. Las salas donde se encuentran las pinturas presentan unas cubiertas formadas por una especie de canecillos en los que aparece decoración vegetal dispuesta en dos líneas que alterna colores creando un juego compositivo.
Los muros son decorados con frisos en los cuales también se recoge decoración pompeyana a través, sobre todo, de motivos florales. De la misma manera, se distinguen espacios rectangulares en la zona inferior de estos muros en los cuales se aprecian también elementos florales.
Durante los trabajos de restauración pictórica, el espacio se encontraba diáfano aunque el uso de diferentes gamas de colores en ambos lados parece justificar la remota existencia de dos salas diferenciadas.
Las pinturas que se han conservado se encuentran hoy en día en dos habitaciones del hotel, quedando divididas según la dimensión de las habitaciones, lo que ha modificado su imagen, sin respetar un criterio de conservación lógico.