La construcción de la casa de campo en El Pardo se llevó a cabo en el año 1784 y su decoración se prolongó hasta 1796. En su decoración participaron arquitectos como Juan de Villanueva, el decorador italiano Juan Bautista Ferroni y otros, sin embargo es fundamental destacar sobre todo las decoraciones que aparecen en la sala pompeyana los tapices bordados de la fábrica de Camille Pernon. Aunque José Junquera destaca la influencia de los grotescos encontrados en la Domus Aurea y repetidos en la Logia de Rafael, no obstante, son varios los motivos que llevan a pensar que los frescos de las ciudades enterradas fueron la fuente de la que se inspiró el decorador. Los diseños del pintor en esta pequeña sala combinan una arquitectura luminosa y fantástica con pequeñas figurillas que imitan el cuarto estilo pompeyano, a las que se añaden guirnaldas y elementos ornamentales que se pueden encontrar en las ilustraciones de la Antichità. Las figuras representan personajes mitológicos, como Apolo o Marsias, y cupidos de pie sobre podios coronados por arquitrabes y cúpulas que descansan sobre delgadas columnas, entre las que aparecen guirnaldas bordadas, cortinas de encaje y seres híbridos. Los tapices de seda son de color amarillo con siluetas negras, que simulan un bajorrelieve. Parece que el príncipe Carlos (Carlos IV) se enfadó increíblemente cuando descubrió que estas sombras negras estaban pintadas en lugar de bordadas, aunque el diseñador François Grognard logró resolver el problema convenciéndolo de que había tomado tal medida para acelerar la comisión que ya había tardado demasiado.