Lienzos pintados al temple de estilo pompeyano que fueron retirados debido al deterioro producido después de unas inundaciones a finales del siglo XIX. Como ha estudiado Carmen Díaz Gallegos, la mayor concentración de este tipo de lienzos se da en una de las salas, probablemente en la Tercera, que casi con total seguridad fue decorada por Luigi Japelli. Dos sobreventanas muestran la danza de unas bacantes y unos amorcillos sobre fondo azul directamente inspirados en los grabados publicados en los volúmenes de las Antichità dedicados a las Pinturas, muchas de ellas de la Villa de Cicerón en Pompeya. El mismo motivo se repite en otros fragmentos de sobreventanas que se han conservado en peor estado. En el lado Este de la Sala, un gran lienzo mostraba un Cupido y un amorcillo imitando un relieve, mientras que una sobrepuerta volvía a incluir a Cupido niño con carcaj y flechas frente a una figura masculina que, de espaldas a los espectadores, levantaba una copa con su mano izquierda. En otra sobrepuerta se había pintado a Venus sobre una nube junto a Cupido niño. El techo estaba decorado con guirnaldas, molduras con motivos florales dentro de recuadros y algunas arquitecturas.
La Segunda Sala o Sala de los emparrados muestra decoraciones florales que recrean abigarrados jardines por los que revoloteaban los pájaros, tan del gusto en los peristilos de las casas pompeyanas. En la Sala séptima o egipcia destacan los motivos orientales que se habían puesto de moda, en gran parte, debido al descubrimiento del Templo de Isis pompeyano. Es posible que en el programa iconográfico de esta sala influyese el proyecto de creación de una Sala egipcia que Dugourc había realizado para la Casita del Príncipe de El Escorial.