Fue Catalina I quién encargó al arquitecto alemán Braunstein la construcción de este palacio, el cual debía tener un carácter austero. Más tarde, la emperatriz Isabel, Hija de Pedro el Grande y Catalina I, dotó al complejo de un aire más barroco. Entre 1749 y 1756 el Palacio fue reconstruido siguiendo un estilo rococó suntuoso.

Cuando Catalina II, o Catalina “La Grande” llegó al poder demostró poseer cierta debilidad hacia Tsarskoe, donde solía pasar sus veranos. No obstante, no se identificaba con el estilo rococó que había plasmado Isabel. Para crear estancias más privadas que correspondiesen a sus gustos, encargó al arquitecto John Cameron una reforma. Este arquitecto, formado en el gusto clasicista, demostró su interés por el estilo clásico y por la Antigüedad. De esta forma, se llevaron a cabo varias estancias de carácter clásico y alguna de carácter pompeyano.
El “Green Room” o Comedor Verde fue una de estas estancias privadas y Catalina II decidió encargar la decoración de este trabajo al famoso Charles Cameron.

Esta estancia destaca, tal y como su propio nombre indica, por el color verde con el que el decorador ha pintado los muros. Además, estos muros están decorados a través de elementos modelados en blanco que hacen alusión a la Antigüedad clásica. Entre estos modelados, pueden distinguirse: guirnaldas florales, figuras antropomorfas, jarrones clásicos, medallones o grotescos, por ejemplo. Fue Iván Martos quién se encargó de este tipo de molduras.

El palacio sufrió un incendio en 1820 que afectó a este comedor, por lo que tuvo que ser restaurado. A esto se le unió los actos desarrollados durante la Segunda Guerra Mundial que volvieron a afectar a la conservación del palacio. En 1957 tuvo que realizarse una restauración completa del Palacio