El teatro nuevo estaba pensado como ejemplo de la arquitectura del liberalismo. La clase gobernante quería para los edificios oficiales destinados a las actividades sociales, una arquitectura europea de formas clásicas y espectaculares y de mayor confort, totalmente distintas a las formas coloniales más modestas. Como los planos del teatro nuevo se basaba en los coliseos europeos (en un estilo del Manierismo Palladiano) se trató que las instalaciones fueran acordes. En la estructura totalmente refuncionalizada se podrán identificar las siguientes salas: Boletería Norte, Boletería Sur o sala de protocolo, Museo de la Música Cristóbal Aguilar, Archivo del Museo, Salón Turco o Sala Grisolia -donde estará el bar-, Salón de los Músicos y Salón de los Instrumentos. También estarán: los salones De los Cisnes, Pompeyano y Heráldico; las salas Japonesa y de Diagramación, el Foyer alto de estilo Pompeyano, el Hall principal y los Pasillos artísticos.
Antonio Subirá construyó el piso de la platea y armó y colgó decoraciones. Importó de Europa suntuosos muebles distribuidos desde la planta baja hasta el paraíso. Casi la totalidad de mármoles, tejidos y materiales fue importada de Europa.
Arturo Nembrini Gonzaga realizó toda la decoración ornamental (el grupo de estatuas neoclásicas ubicadas y el alto relieve en el ático). Pintó la bóveda central, el cielo raso, la galería en el paraíso, las paredes del vestíbulo exterior del piso bajo, las puertas de los palcos los pasillos y las escaleras en estilo pompeyano.
El tiempo y la desidia de algunos funcionarios contribuyeron a la pérdida de muchas de estas reliquias como las pinturas del vestíbulo, las de la galería de entrada, pasillos filigranados, cielo raso del salón izquierdo del Teatro, entre otros. En 1978, al refaccionar el edificio, se descubrió detrás de un radiador del sótano, filigranas al estilo de las del techo del foyer.