En un pueblo de la Mancha, Rocío posee un molino y asegura a los turistas que es el auténtico molino que acometió Don Quijote en su aventura con los gigantes. Influida por la personalidad del Hidalgo Caballero, marcha a París a deshacer un entuerto entre un matrimonio de artistas. Por su parecido con la hija del matrimonio, recientemente fallecida, se hace pasar por ella y logra, con su gracia y simpatía, volver a unir a la pareja. Conseguido su propósito, se vuelve otra vez a España con sus hermanos y en busca de Fernando, el camionero que dejó en el pueblo. El matrimonio ya no comprende la vida sin la compañía de “su hija”, y vienen a por ella para llevársela de nuevo a París.