Por error HEpOL nº 12689 la da como procedente de Valencia y por ello le otorga una numerarción diferente, lo que genera no poca confusión.

Es admirable la restitución llevada a cabo por los editores. Sin embargo, presenta numerosos problemas. Por un lado, los inherentes a la propuesta a partir de unas piezas cuya posición final es desconocida, así como la distancia de separación entre los fragmentos. Obviamente, la clave está en la agrupación HRAE, en la que la H y la E son conjeturales. La T suelta es apropiada para situarla ante la hipotética H del grupo anterior, de modo que, conseguido un teónimo, la solución propuesta para el grupo ED es óptima. Ciertamente el resultado es ingenioso, pero demasiado especulativo. Los problemas no son menores a partir del resultado de la lectura. Sugieren los editores que el empleo del término aedes para referirse al mitreo no es anómalo, aunque sea más habitual el uso de fanum, templum o spaeleum (1). Aducen como empleo de aedes cuatro inscripciones procedentes de Ostia, Roma, Bremenium en Britania y Alba Iulia en Dacia (Vermaseren, CIMRM, I, nos 247, 433, 876 y II, nº 1968, respectivamente). En todos los casos se trata de la construcción o restauración de la aedes, por lo que todas las inscripciones anteponen el teónimo y el dedicante al objeto ofrecido. Es decir, la estructura es completamente diferente. No es esperable que el donante, o los donantes, aparezcan a partir de esa primera línea. Tal vez por eso los editores proponen que el texto contuviera solo una línea consistente en el rótulo indicativo del edículo, de modo que la pieza podría exhibirse en la parte externa del edificio o en su porticus. En efecto, la monumentalidad de las letras parece que obliga a pensar en una posición emblemática en una zona monumental o ante un edificio de relevancia urbanística. Esa posición encaja mal con un mitreo, ya que no tenemos constancia de que en ellos se busque notoriedad, ni publicidad. Hay, en consecuencia, una contradicción entre el monumento y el supuesto mensaje en él contenido, de modo que se hace dudosa la ingeniosa propuesta. Únicamente un apoyo documental arquitectónico, epigráfico o iconográfico permitiría mantener la hipótesis. Un capitel decorado con la adormidera (Fig. 3.05.01.01) aparecido en las proximidades de los restos epigráficos tampoco es apoyo suficiente, a pesar de que haya testimonios de conexión entre la adormidera y el culto de Mitra (2). Mientras tanto, este documento resulta demasiado poco sólido para defender la presencia de una comunidad mitraica en el floreciente puerto saguntino, en el que nada extrañaría que hubiera existido una corporación de cultores Mithrae.