No podemos descartar que se trate de una figura relacionada con el mobiliario del mitreo emeritense. Es evidente que la figura no parece estar andadando, sino que realiza una acción forzada, como indica la curvatura del tronco y las torsiones del cuerpo y las piernas. Pudiera pensarse en alguien que dispara una flecha, para conectar la imagen con el “Milagro del agua”, pero son muy escasas las representaciones de esa gesta. Estaría uno tentado a imaginar un Mitra tauróctono, a pesar de que la posición de su pierna derecha no es la habitual y, además, la desnudez parcial del torso no se compagina bien con Mitra, solo conocemos una representación de Mitra desnudo, con la capa al cuello, en la terracota de Calvi conservada en el Museo de Berlín (nº inv. 8492; Vermaseren, CIMRM, I, nº 201). Sin embargo, una pieza excepcional aparenta ser el paralelo más cercano a esta pieza (Fig. 1.01.02.24.01). Se trata de una gran estatua de mármol blanco (1,70 x 1,93 x 0,58 m) hallada en el mitreo de las Termas de Ostia (Vermaseren, CIMRM, I, nº 230, fig. 69). Mitra, ataviado con túnica corta que solo cubre una parte de su pecho, levanta triunfal su mano derecha, mientras sostiene con la izquierda al toro por la barbilla. Su pierna derecha no está estirada hacia atrás, sino que el muslo cae ligeramente inclinado hacia el suelo, y solo desde la rodilla adquiere la posición hacia atrás, ligeramente apoyada en el toro. Es el gesto inmediatamente anterior al de clavar la daga en el cuello del animal, una vez que este se siente dominado. La estatua ostiense es del siglo II y está firmada en griego en el pecho del toro por el ateniense Critón. En la estatua de Mérida se aprecia la torsión del hombro izquierdo que se adecua bien a la sujeción del morro del toro. El hombro derecho admite un antebrazo en la misma posición que el de Ostia. La cabeza al frente en los dos casos; la única diferencia, al margen del distinto tratamiento de la túnica, es la posición más flexionada hacia adelante del muslo derecho de la escultura emeritense. Esta escultura está acompañada en la sala del museo ostiense por otra prácticamente idéntica pero muy mutilada (Fig. 1.01.02.24.02), que recuerda aún más por su estado a la de Mérida. De ser correcta esta interpretación, esta imagen incrementaría el programa iconográfico del Gran Mitreo emeritense con un icono inusual, que destaca su complejidad conceptual y material. Como si los fundadores hubieran querido tener el programa iconográfico más completo para expresar la excepcionalidad del Gran Mitreo de Mérida.