Se exilió primero en Francia, para trasladarse después a Bogotá, Colombia. En este último destino permaneció hasta 1942 pues se vio en la necesidad de emigrar nuevamente debido a que su esposa, Carmen Juan de Benito, estaba mal de los nervios y padecía de una fuerte insuficiencia hepática y por recomendación médica decidió salir de Bogotá “cuanto antes y a pesar de que en Bogotá me he defendido muy bien los tres años que llevo, me angustia pensar que en estas alturas se vaya agravando la cosa en términos que no admitan luego curación”. En Colombia fue corresponsal de la revista Tiempo de Bogotá.

Por las cartas que se conservan en el Archivo Histórico de El Colegio de México se puede presumir una antigua amistad con Alfonso Reyes, a la sazón presidente de esa institución académica con quien tuvo relación desde la época en que Reyes vivió en Madrid (1914-1924). Existe correspondencia fechada el 20 de mayo de 1942, por la que sabemos que José de Benito Mampel escribió a Alfonso Reyes para pedirle que “le siguiera la pista” a una solicitud de visado de cortesía que presentó para él y su esposa en la embajada de México en Colombia.

Alfonso Reyes, atendiendo a lo pedido por Benito Mampel, escribió al licenciado Miguel Alemán, entonces Secretario de Gobernación de México y quien a partir de 1946 fue presidente de México, para solicitarle “su fina atención para este breve trámite”.

El trámite, al parecer a consecuencia de la declaración de guerra que hizo el gobierno de México contra Alemania, Italia y Japón, no se había realizado con la rapidez que Benito y Mampel había planeado y el 27 de junio de 1942 escribió nuevamente a Alfonso Reyes para informarle que el viaje pensaba hacerlo como corresponsal de la revista Tiempo de Bogotá, pues “acaso esta condición de periodista americano facilitase el problema del (sic) visa”, además de comentarle que estaba pasando una época bastante mala de salud y que el médico le había recomendado que saliera de Bogotá lo antes posible, lo que unido a la mala salud de su esposa lo hacía “esperar el visado con verdadera impaciencia”.

Finalmente, logró arribar a territorio mexicano el 21 de octubre de 1942, con un permiso como turista por 6 meses y a partir del 22 de abril de 1943 en calidad de inmigrante por un año (refrendable), con el exclusivo objeto de continuar con las actividades de corresponsal en México de las revistas Tiempo de Bogotá y Revista de Indias, con lo que tenía una base “aunque modesta, de vida y en estos tiempos no se puede pedir demasiado”.

El 11 de diciembre de 1942, la oficina de socorros de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) acordó concederle 60 pesos mexicanos para que constituyera el depósito necesario de garantía de repatriación que le exigían las autoridades mexicanas para la concesión de su entrada al país. En su solicitud declaró a la JARE que Diego Martínez Barrio podía acreditarlo política o sindicalmente, que viajó a México por razones de salud y que era abogado y catedrático de Derecho mercantil.

En enero de 1943 solicitó un socorro extraordinario a la JARE. La solicitud tuvo éxito y el mismo mes de enero le fue autorizado un apoyo por 100 pesos mexicanos. El mismo mes le fue autorizado un nuevo socorro extraordinario por 300 pesos.

En México fue comentarista radiofónico, profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México y secretario de la Sección Mexicana de la Unión de Profesores Universitarios Españoles en el Extranjero, (MANTECÓN, Matilde, 1982).

Durante sus años de exilio también se desempeñó como subsecretario de la Presidencia del Consejo Ministerial del Gobierno Español Republicano, (MANTECÓN, Matilde, 1982). Este cargo lo ocupó Benito y Mampel en México y después en París, hasta 1947.

“En 1948 se incorporó como Secretario en la UNESCO de París, donde se encargó de constituir y regir el Organismo Internacional de la lengua española en el Departamento de Información de la UNESCO”. (SANTA MARÍA, Teresa). Desde París gestionó su regreso a España, lo que finalmente pudo hacer en 1957.