Presentación, por A. Gonzales
Antonio Gonzales (Catedrático de Historia de Roma. Director del ISTA Université de Franche-Comté)
En el año 2017 se publicaron tres importantes monografías sobre el culto de Mitra, buena prueba de la vitalidad de los estudios sobre el culto profesado al dios de origen persa en el Imperio Romano: Attilio Mastrocinque. The Mysteries of Mithras. A Different Account. Orientalische Religionen in der Antike 24. Tübingen: Mohr Siebeck, 2017; Philippa Adrych, Robert Bracey, Dominic Dalglish, Stefanie Lenk, Rachel Wood. Images of Mithra. Oxford: Oxford, 2017; Olympia Panagiotidou, Roger Beck. The Roman Mithras cult: a cognitive approach, London, New York, 2017.
El libro de Jaime Alvar que presento aquí viene a sumarse a esa lista de obras imprescindibles para su mejor conocimiento. Este libro, por un lado, se incluye dentro de la trilogía que editamos en PuFC, a partir de este volumen en coedición con Dykinson. El primer libro de la serie, Los cultos egipcios en Hispania, Besançon, 2012, ha sido recientemente revisado por Jaime Alvar y ofrecido en una versión on-line verdaderamente útil (https://www.uc3m.es/gens-isiaca) y de uso muy agradable tanto para el especialista como para el neófito o el usuario culto. Próximamente el libro que aquí se presenta se ofrecerá en la misma plataforma de la uc3m siguiendo la arquitectura web de la primera publicación.
Por otro lado, es producto de una larga trayectoria investigadora, pues su autor ha pasado más de 30 años trabajando en este tema lo que me permite afirmar que Jaime Alvar es uno de los especialistas más reconocidos en un conjunto historiográfico sustancialmente dominado por la investigación anglosajona. En 1981 publicó su primer catálogo sobre el culto de Mitra en Hispania en la revista Memorias de Historia Antigua. Aquel trabajo supuso un punto de inflexión frente al catálogo más afamado, el que había realizado el insigne Antonio García y Bellido en la serie EPROER de Brill en 1967. Cumont, Vermaseren y García y Bellido acumulaban todos los materiales que de un modo u otro se vinculaban al Sol. Aquel primer trabajo de Jaime Alvar, un producto inmaduro según él dice, llamó la atención de los investigadores sobre la acumulación acrítica de documentos que provocaban una enorme distorsión.
Los catálogos posteriormente publicados no contribuyeron sustancialmente en el avance del conocimiento. El análisis historiográfico que realiza aquí Jaime Alvar a propósito de los estudios mitraicos en España es, en este sentido, muy revelador de la necesidad de añadir un nuevo estudio basado la elaboración de un catálogo de referencias del culto de Mitra en la Península Ibérica completamente renovado. Esta renovación se sustenta en el aumento de los datos arqueológicos, una nueva mirada sobre de las fuentes y sobre la bibliografía científica, todo lo cual contribuye a todos los nuevos comentarios científicos aportados por Jaime Alvar. En ellos se exhibe una clara voluntad de proponer al público más amplio posible las novedades de la investigación en la esfera de los estudios sobre las religiones antiguas, las religiones mistéricas y los últimos descubrimientos arqueológicos con las técnicas modernas de los instrumentos informáticos.
Se presenta aquí un material muy elaborado, con un análisis pormenorizado de cada uno de los objetos, con una enojosa recopilación de la bibliografía concerniente a cada pieza, y un comentario que permite integrarlas en un contexto interpretativo extraordinariamente novedoso. La crítica ha permitido a Jaime Alvar rechazar más de una treintena de objetos considerados mitraicos en alguna ocasión. A pesar de esa criba, el catálogo actual triplica el de García y Belllido, esencialmente gracias al incremento de las excavaciones arqueológicas que continuamente proporcionan útiles documentos para ahondar en el conocimiento.
El meritorio trabajo de recopilación era imprescindible para dar a conocer los materiales. Sin embargo, como historiador de las religiones, el objetivo de Jaime Alvar no se ha limitado a esa tarea catalográfica, sino que ha abierto nuevos cauces de interpretación sobre los mecanismos de recepción y normalización del culto en los distintos ámbitos geográficos en los que se manifiesta. Sitúa en una cronología atrevidamente antigua los primeros balbuceos de Mitra en Hispania, llegado de forma inicial a Tarraco de la mano de agentes imperiales y de sus círculos íntimos a finales del siglo I d.C.
Alejado de los planteamientos difusionistas, Alvar está más preocupado por las distintas redes que operan en la recepción y normalización del culto. Por eso explica adecuadamente las “reintroducciones” del culto, como efecto de las acciones de individuos concretos que operan coherentemente con sus entornos. De este modo entra en el debate de la “individual agency” y de la que él denomina “social agency” de una manera enriquecedora dándonos la posibilidad de pensar las sociedades provinciales no solamente como sociedades bajo el control imperial romano, sino también como entidades capaces de iniciativas tanto individuales como colectivas. Ello se aprecia especialmente cuando los intereses personales y los colectivos encuentran un enfoque común en las experiencias religiosas. Sin embargo, la dimensión social se hace más patente en la dimensión de pertenencia; es decir, el sentimiento de participación en una colectividad con usos religiosos y sociales específicos en un mundo en el cual el ser humano es un parte de una identidad colectiva. En ese sentido, el culto de Mitra preludia el desarrollo de los sentimientos personales en el marco de una praxis religiosa exclusivista, alcanzable solo para iniciados.
A falta de información sobre peculiaridades locales del culto, de la actividad cultual y de todo aquello que pudiera contribuir a la restauración de la “lived religión”, Alvar exprime los documentos para arrebatarles mucha información que hasta ahora había pasado inadvertida. Su análisis sobre la implantación del culto en Emerita, la capital de Lusitania, es muy atrevido y, sin duda, provocará controversias; pero lo más importante, sin duda ninguna, es apuntar que el trabajo de Jaime Alvar nos ofrece una geografía del culto de Mitra que ocupa partes muy importantes de la Península sin caer en el simplismo difusionista, sino que nos propone una cartografía resultante de una base de datos bien comentada. Esa cartografía ofrece al lector la posibilidad de navegar con toda libertad dentro de una serie de datos cronológicos, espaciales y temáticos sumamente relevantes para la mejor comprensión del contenido.
Lo mismo puede decirse sobre su propuesta de las diferentes formas de desvanecimiento del mitraísmo en las provincias hispanas. Logra, como buen historiador, sustraerse de la mera repetición de la información recibida y consigue trazar un apasionante bosquejo histórico del culto. No elude el vibrante debate de la relación entre el mitraísmo y el cristianismo, que se enmarca en el ámbito de la historia de las religiones, desposeído de prejuicios. Como si de un juego de pistas se tratara, va entrelazando los datos disponibles para elaborar un relato de lo que pudo haber sido.
No se agota en su trabajo el estudio del mitraísmo peninsular; al contrario, constituye un acicate para que los senderos por él abiertos sean recorridos con aire fresco por jóvenes investigadores. Muchos se beneficiarán de sus perspectivas innovadoras y provocadoras, útiles para todos los estudiosos de los fenómenos religiosos.
Para concluir, tenemos que decir, dirigiéndonos a todos los usuarios, que los senderos abiertos por Jaime Alvar ofrecen a todo el público interesado un punto de vista historiográfico al día de la investigación más moderna, actualizada e innovadora. Sin renegar de los trabajos anteriores, integrados en su reflexión, la contribución esencial de Jaime Alvar es para mí la construcción de un pensamiento complejo sobre prácticas y espiritualidades colectivas e individuales en unas provincias concretas del mundo occidental romano concernientes al culto mitraico. Eso dicho, se podría pensar que estamos frente a una demostración intelectual inalcanzable para la mayoría de los usuarios. Puedo decir sin equivocarme que el discurso científico es muy claro con el uso de términos siempre elucidados para el lector con la voluntad de mantener un nivel científico de la más alta calidad al tiempo que accesible para la gran mayoría de sus potenciales lectores.