3.03.01. Espléndida villa marítima de Els Munts en Altafulla, con un posible mitreo. <p>A unos 12 km. al norte de Tarragona, entre la necrópolis donde se alza la Torre de los Escipiones y el Arco de Bará, sobre un promontorio costero se encuentra la villa romana de Els Munts, la más grande de todo el territorio tarraconense (Fig. 3.03.01) (1). A mediados del siglo XX comenzaron las excavaciones más o menos sistemáticas que sacaron a la luz el triclinio con sus mosaicos, así como el extremo del corredor porticado situado por debajo del nivel de la villa, por lo que es denominado “criptopórtico” (Sánchez Real, 1971). Desde entonces se ha actuado en las termas situadas en la playa, y sobre todo en el área principal de la villa. Entre 2004 y 2005 se orientó la atención hacia el pórtico de acceso a los baños meridionales y el sector al este del <i>triclinium</i>, lo que dio lugar a la localización del mitreo. La excepcional importancia del yacimiento facilitó su Declaración de Conjunto Histórico-Artístico y Arqueológico de carácter nacional (RD 529/1979, de 2 de febrero) y de Bien Cultural Interés Nacional (BCIN) por la ley de patrimonio cultural catalán de 1993. En 1986 había sido incluido en Plan Nacional de Parques Arqueológicos. En el año 2000, la villa romana dels Munts fue declarada patrimonio mundial por la UNESCO como parte del conjunto arqueológico de <i>Tarraco</i>. La villa fue construida muy a comienzos del siglo II en un altozano, orientada a mediodía y articulada en terrazas ajardinadas con edificios independientes que ocupaban desde la playa, donde había una instalación termal, hasta la parte más elevada, ocupada por la residencia principal abierta a un peristilo desde el que se dominaba la propiedad. Se trata de una majestuosa villa aristocrática al servicio de las necesidades y ocupaciones del gran propietario, la riqueza de sus mosaicos, la calidad de sus esculturas y de sus frescos, su tamaño, lo atestiguan. Un sello personal y un <i>titulum pictum </i>con mención de <i>Auitus</i>, permiten saber que a mediados del siglo II su propietario era <i>Gaius Valerius Auitus</i>, enviado por el emperador Antonino Pío a <i>Tarraco</i>, ciudad de la que fue dunviro (García - Macias - Teixell, 1999, pp. 278-279). A lo largo de su existencia, la villa conoce algunas intervenciones, una de las cuales, poco después de iniciado el siglo II, habilitó el mitreo. Hacia el año 275 un incendio afecta a buena parte del edificio principal que se abandona. Poco a poco parece que el lugar se ocupa de forma precaria, pero en el siglo IV los indicios permiten suponer que hay una recuperación arquitectónica del edificio principal, que nunca alcazará la majestuosidad de la época altoimperial. El mitreo se edifica cuando la villa ya estaba funcionando, según se deduce de su irregular inserción en el conjunto, pero los materiales relacionados con el proceso de construcción no permiten afinar la cronología. La fase final de vida del edificio cultual se pone en relación con la colmatación de los sumideros de desagüe, que se fecha por una moneda de Alejandro Severo de 234. El derrumbe del edificio de culto tiene lugar en la segunda mitad del siglo IV.</p>
3.03.01.01. Mitreo <p>El estado de preservación es muy malo debido a los saqueos posteriores a su destrucción y a la actividad agrícola posterior (Fig. 3.03.01.01b). Sin embargo, la disposición del pronaos, sala y área de culto parece muy clara. La planta trapezoidal del pronaos, de 29 m2, responde a la necesidad de adecuar el ensamblaje de la nave, que no sigue la disposición ortogonal de toda la villa, sino que tiene una desviación probablemente motivada por necesidades de orientación solar. La sala cultual parece haber tenido el suelo algo más bajo que el corredor de acceso, quizá con la intención de simular la gruta, de 30 x 8 m. un tamaño enorme, sólo comparable al que se destruyó, sin excavación, en Maguncia en 1976, al que se ha estimado una longitud de también 30m (1). Una banqueta de 60 cm de fondo recorre buena parte del lado norte de la gruta, el resto se ha perdido (Fig. 3.03.01.01c). Entre los dos <i>podia </i>había un pasillo de 26 m de largo por unos 3,60 de ancho, hacia la mitad del cual se localizó <i>in situ </i>los restos de una basa de estatua y, por debajo de los niveles de colmatación, también hacia la mitad del pasillo central, restos de un grupo escultórico no identificable (Fig. 3.03.01.02.01, en p. 169) y otra ara anepígrafa (Fig. 3.03.01.01d). Los restos de unos bloques en el suelo parecen indicar que una fila de columnas sustentaba la parte central del techo; esas columnas servirían para delimitar la caverna en siete segmentos, tal vez relacionados con los grados iniciáticos y la distribución de los miembros de cada grado en esos segmentos. Quedan restos de la decoración parietal, muy dañada, pero que permiten saber que las paredes iban pintadas en rojo. En el extremo de los bancos más próximo a la puerta de entrada hay sendas escaleras de acceso y junto a la del podio meridional se halló una basa de estatua anepigrafa; en el lado opuesto se detectó la impronta de otra. Sugiere Remolà (1999, p. 6) con verosimilitud que sobre ellas irían las estatuas de los dadóforos. Hacia la mitad de los bancos se han detectado en el lado septentrional un receptáculo cuadrangular y, en el otro, circular, con desagüe. Ambos tuvieron una función ritual vinculada con el agua. Al pie del podio se localizan restos de un altar triangular hueco de piedra local y una canalización (fig. 3.03.01.01e) (2). Fragmentos escultóricos dispersos (de antiguas excavaciones), e incluso restos de un horno doméstico, también se han localizado en el curso de las nuevas investigaciones, realizadas en sucesivas campañas desde 2004 (3). También es de destacar el hecho de que se trate de un edificio construido <i>ex novo </i>sin condicionantes ni limitaciones de espacio. En efecto, en la remodelación emprendida en la primera mitad del siglo II, un antiguo pórtico se convierte en corredor de acceso al espacio cultual. A comienzos del siglo III los espacios entre los pilares del pórtico se ciegan, con lo que se consigue un efecto adecuado para la actividad cultual, que se sitúa en contacto con la <i>ambulatio </i>que articula el conjunto arquitectónico residencial, como nexo entre el núcleo de la villa, el jardín, el <i>triclinium </i>y los baños meridionales. Exteriormente se adosaría al cuerpo del <i>triclinium</i>, con la fachada meridional mirando a los baños entorno a una hipotética palestra. Una posición arquitectónicamente relevante en el conjunto de la villa. Se trata con total verosimilitud del mitreo privado de un destacado funcionario imperial; en él rendían culto los miembros de la <i>familia </i>del propietario, incluidos sus esclavos y libertos. Los materiales recuperados indican que la amortización del espacio cultual se produjo avanzada la segunda mitad del siglo IV.</p>
<p>El mitreo es de dimensiones comparables al documentado en las Terme di Caracalla en Roma (23 x 10 m), el más grande de los conservados, junto con el de Sárkeszi, en Panonia Inferior, que tenía el mismo tamaño; el mitreo III de <i>Carnuntum </i>tenía 23 x 8,5 (4). Por su magnitud, se puede evaluar el carácter extraordinario que posee es mitreo, inserto en una villa, circunstancia poco frecuente, pero que ha suscitado un interés creciente. En Hispania podría compararse con el caso de Can Modolell (3.01.01), si verdaderamente se tratara de una villa con mitreo y no un santuario de peregrinación. Son diferentes los casos de Cabra, una villa suburbana (2.04.01), y de Lugo (3.08.01), donde el mitreo está enclavado en una <i>domus intra muros</i>. En cualquier caso, Els Munts presenta unas particularidades que lo hacen excepcional también, por la suntuosidad de la villa en la que está el mitreo. Ese carácter singular de la villa contribuye a la reconstrucción del proceso de implantación y recepción del mitraísmo en la Tarraconense. Desde el punto de vista de la articulación de los elementos en el interior del mitreo, la alteración en la estructura de los bancos en su parte central para permitir la presencia de dos hoquedades, una rectangular y la otra circular, me hace pensar que su misión es determinar el lugar por el que se produce la apogénesis y la génesis, es decir, el lugar por el que las almas descienden a la tierra y por el que migran. Estos orificios adquieren formas diferentes en los distintos mitreos en los que se han detectado. Esos últimos orificios parecen documentarse en el mitreo pequeño de Mérida; por el contrario, la destrucción de los bancos no ha permitido su preservación en el de Lugo.</p>