-
1.01.01. Mitreo de la calle Espronceda <p>En la primavera del año 2000, una excavación de urgencia en el nº 22 de la calle Espronceda de Mérida (Fig. 1.01.01.0a), sacó a la luz una estructura similar a la de los mitreos, aunque el ábside estaba destruido. Los muros perimetrales, en dirección NO.-SE. no superaban los 50 cm. de altura en el momento de su descubrimiento. A tenor de lo excavado se puede calcular que la nave tendría unos 5,5 m de ancho y unos 18 de largo, de los que sólo se ha podido recuperar un tercio (Fig. 1.01.01.0b). A ambos lados, dos bancos corridos (de 1,7 de fondo por 0,8 m de alto), cubiertos con mortero y pintados de blanco, enmarcan un pasillo de 2,10 m de ancho, con suelo de tierra batida, en el que se encontró lo que parece ser la parte baja de un altar (nº 1.01.01.01) y a su izquierda un receptáculo (nº 1.01.01.02), ambos de obra (Fig. 1.01.01.0c), como ocurre en el mitreo de los <i>Castra Peregrinorum </i>(Lissi-Caronna, 1986). El suelo del edificio presumiblemente se encontraba por debajo del nivel de calle, lo que articulaba un espacio semisubterráneo (Fig. 1.01.01.0d). Todos los indicios apuntan a la identificación de ese espacio con un mitreo, aunque en ausencia de epigrafía o estatuaria, es muy difícil garantizar su adscripción. La prolongación de los muros parece indicar que no se trata de una construcción aislada, sino integrada en un conjunto arquitectónico más grande. No se puede determinar si se accedía desde la calle directamente a la nave o si había un pronaos o vestíbulo, como se acredita en otros lugares (Shepherd, 1998, 63; Beccatti, 1954, 135). Cabe asimismo la posibilidad de que hubiera una entrada lateral que uniera el mitreo con el edificio en el que aparentemente está integrado, como en el mitreo de Lucrezio Menandro en Ostia (Becatti, 1954, 134). En el solar excavado se construyó una casa particular, por lo que no se han preservado los restos arqueológicos.</p>
-
1.01.02. Materiales procedentes del Cerro de San Albín
La primera estatua que se descubrió al construir la plaza de toros, en 1903, fue el Mercurio sedente. La Comisión de Excavaciones que presidía el propio Mélida se hace cargo de la extracción de los materiales del “filón arqueológico” que era el cerro. Especifica en ese momento Mélida que en 1902 se exhumaron seis estatuas, dos cabezas, varios fragmentos escultóricos y algunos epígrafes. En 1913 fueron siete las estatuas halladas, una cabeza, un crecido número de fragmentos, dos aras votivas y restos de otras, a lo que se añade otra cabeza descubierta en 1914. La importancia de los hallazgos tuvo su reconocimiento internacional a partir de los comentarios de Cumont (1905), de Vasconcellos (1913, pp. 334-341), de Paris (1914a, pp. 316-389; 1914b, y 1914b, pp. 292-296 y 1914c, pp. 1-31), de Lantier (1918), por citar a los más renombrados.
-
1.02.01. Mitreo (1) Las ruinas descubiertas en la punta de la estrecha península de Tróia (2) corresponden presumiblemente la Καιτόβριξ de Ptolomeo II, 5,2; Catobrica en Itin Ant. 417, 1; Rav. 306, 18. No ha habido unas excavaciones sistemáticas y la zona ha sufrido alteraciones como consecuencia de los procesos urbanísticos modernos. No obstante, en la actualidad hay una actuación constante gracias al interés del Tróia Resort, la entidad que explota turísticamente la zona y que promueve la valorización de las ruinas romanas de Tróia con un equipo arqueológico. En las proximidades de la basílica paleocristiana, convertida después en necrópolis (Pedroso, 2001, pp. 305-308; Pinto, Magalhâes, Brum, Almeida, 2014), fue hallado el relieve mitraico objeto de atención en el número siguiente. Ese hallazgo bastaría para afirmar que en Tróia, un hábitat esencialmente dedicado a la pesca y a la salazón, hubo una comunidad mitraica que veneraba a Mitra. El mitreo no ha sido hallado, pero hay indicios de que pudiera encontrarse en la zona NO de la basílica. En el espacio H del plano (Fig. 1.02.01), se ha localizado, por debajo del muro exterior de la basílica, un escalón de acceso a una habitación, aún no excavada, que estaría por debajo del nivel de la calle colindante. Que sea esa la localización precisa del mitreo no se podrá determinar hasta que se proceda a la excavación. García y Bellido (1948, pp. 305-306) se refiere así al lugar de hallazgo del tríptico: «En fecha que no he podido precisar, pero que cae hacia el año 1925, poco más o menos, se descubrieron dispersos en la ruina de una casa, en una estancia a modo de corredor (el lugar está cercano a lo que llaman «Bõca da Lagoa”, en la punta de la lengua de Troia), cinco fragmentos de un relieve mitraico…». Sin embargo, Costa, vincula el hallazgo a las exploraciones de la Sociedades Arqueológica Lusitana que dieron inicio en 1850; no indica en qué año se produjo el descubrimiento de los fragmentos del relieve, pero indica que aparecieron en una casa estrecha, en forma de corredor. El lugar exacto de hallazgo del tríptico no tiene por qué coincidir con la localización del mitreo, pues pudo haber sido trasladado; pero el hecho de que aparecieran los fragmentos sobre el suelo de esa estancia alargada podría ser indicio de que aquel era el verdadero lugar del mitreo. García y Bellido vincula a este conjunto una lucerna con representación de Helios (nº 1.02.01.02) y una cabeza de Júpiter Amón que Resende habría visto en el siglo XVI sobre la puerta de la capilla de Nossa Senhora do Rosário de Tróia (denominada «dos Prazeres» por Costa, al que sigue García y Bellido), erigida en el siglo XV. Sin embargo, Costa (p. 5) precisa que la lucerna había aparecido en otra casa. Puntualiza más García y Bellido la descripción del lugar de hallazgo, presumiendo que se produjo en el propio mitreo: «Los cinco fragmentos relivarios fueron hallados, dispersos y dentro de una cámara estrecha de unos dos metros de anchura y con una longitud de unos doce, es decir, con proporciones semejantes, aunque más reducidas, que las que suelen presentar algunos mithraea. De no ser este el santuario propiamente dicho, sería su pórtico, tras del cual, en Tróia, sigue una cámara de dimensiones más holgadas, pero desconocidas, por no haber sido excavada en su totalidad. Es muy posible que estos restos sean reliquias del antiguo mithraeum. A ello viene a ayudar el detalle de que en el mismo lugar apareció un cementerio de inhumación y restos considerables de una casa con pinturas parietales, entre las que se ha salvado casualmente un crismón, del que solo se ve, pero es bastante, uno de los brazos de la Chi y la Omega. A mayor abundamiento, en el mismo lugar se alzó, sin duda como recuerdo y en la tradición de este antiguo santuario cristiano, la capilla de Nossa Senhora dos Prazeres».
No es posible dar una fecha en ausencia de excavación; aunque si la pieza siguiente está bien datada, el mitreo estaría en funcionamiento entre el siglo II y el III d.C.
-
3.01.01. Supuesto mitreo en Can Modolell <p>Yacimiento situado a unos 130 km al nordeste de la capital provincial, <i>Tarraco</i>, a unos 30 de Barcelona siguiendo la línea de costa y a 5 km de Cabrera de Mar. El yacimiento no ha sido excavado en su totalidad, pues falta todo el cuadrante NO. y no hay una publicación adecuada de la evolución arquitectónica del espacio. Su descubrimiento fue casual en 1974 y los restos actualmente visibles son producto de las actuaciones de la Secció Arqueològica del Museu de Mataró entre los años 1974 y 1984, por lo que los hallazgos se conservan en el museo de esta localidad. Una intervención en 1999 permitió determinar la planimetría como la conocemos ahora. La última intervención, de 2011, estableció el límite norte del yacimiento y confirmó la ausencia de otras construcciones romanas en los alrededores. Se trata de un gran espacio con diferentes edificios, interpretados bien como construcciones de una villa romana de explotación agraria compuesta por varias estructuras, o bien como espacio sacro desde sus orígenes, quizá incluso de época ibérica tardía. Sin embargo, no parece que haya una continuidad formal, funcional, ni espacial entre los restos ibéricos y los altoimperiales. En su conjunto, el área excavada abarca más de 350m2, aunque se estima en más de 1000 m2 el espacio arqueológico. Los primeros materiales romanos son de época augustea, pero no van acompañados de construcción. El origen de las edificaciones romanas se sitúa entre el período de Tiberio y el de Claudio, probablemente en conexión con la propia remodelación de <i>Iluro </i>y su territorio al obtener la municipalidad. En la segunda mitad del siglo II el conjunto adquiere un aspecto mucho más estructurado por una serie de intervenciones sobre las que no hay acuerdo si se acometen simultáneamente o de forma progresiva. El hecho es que hacia mediados del siglo II, el conjunto se dota de una entrada monumental con continuidad en un criptopórtico, en el que supuestamente se instalaría un mitreo, idea no compartida por algunos autores (Clariana <i>et alii</i>, 2000, 165-200). En algún momento del siglo III o del IV, el complejo cayó en desuso, las estructuras colapsaron –sin que se pueda determinar si hubo acción violenta– y el espacio quedó cubierto por tierra. En la segunda mitad del siglo V se establecen nuevas edificaciones sobre el estrato de abandono.</p>
<p>La documentación parece indicar que en Can Modolell se veneraban otras divinidades al margen de Mitra, Neptuno, con casi total seguridad y una divinidad femenina no identificada, según se indica más adelante. La mayor parte de los hallazgos destacados, mármoles de importación, bronces y dedicatorias en bronce, corresponden a este período cronológico. Una inscripción, fechada en época augustea, conmemora una <i>erogatio stipis</i>, un reparto realizado por los magistrados locales. Es, sin duda, anterior a los materiales mitraicos, lo que podría avalar la hipótesis de que el lugar era ya sacro antes de que se ofrecieran los primeros objetos mitraicos. En esa dirección apuntan asimismo la inscripción de <i>Aphnius</i>, un liberto de <i>Paccius Saturninus</i>, procurador de Vespasiano, que corrobora el uso del espacio en la segunda mitad del siglo I d.C. y la <i>tabula ansata </i>dedicada en el último tercio del siglo I d.C. por <i>M</i>(<i>arcus</i>) <i>Flavius Moschus</i>, a una divinidad que no se reconoce, aunque se ha sugerido que fuera Silvano. Es muy probable que el dedicante sea un liberto Flavio. Todos estos hallazgos parecen corroborar la existencia de un espacio cultual en la segunda mitad del siglo I d.C., en el seno de una propiedad imperial (1), donde se acondicionaría, ya en el siglo II, quizá un ambiente específicamente mitraico o incluso un mitreo. En cualquier caso, la epigrafía conservada da preeminencia a Mitra, no sabemos si como deidad única venerada a partir de un determinado momento o como divinidad que comparte un espacio sacro previo en el que cohabita con otras deidades. Tanto en uno como en otro caso, el espacio reacondicionado hacia mediados del siglo II proporciona un valor simbólico adicional a la historia del lugar, pues un nuevo dios ocupa un lugar ancestralmente sacro quedando así legitimado. Otra alternativa sería admitir que Mitra accede a ese espacio sacro de la mano de sus devotos no en exclusividad, sino compartiéndolo, de tal modo que no podríamos hablar en propiedad de la existencia de un mitreo.</p>
-
3.01.01. Supuesto mitreo en Can Modolell Supuesto mitreo en Can Modolell, yacimiento situado a unos 130 km al nordeste de la capital provincial, Tarraco, a unos 30 de Barcelona siguiendo la línea de costa y a 5 km de Cabrera de Mar. El yacimiento no ha sido excavado en su totalidad, pues falta todo el cuadrante NO y no hay una publicación adecuada de la evolución arquitectónica del espacio. Su descubrimiento fue casual en 1974 y los restos actualmente visibles son producto de las actuaciones de la Secció Arqueològica del Museu de Mataró entre los años 1974 y 1984, por lo que los hallazgos se conservan en el museo de esta localidad. Una intervención en 1999 permitió determinar la planimetría como la conocemos ahora. La última intervención, de 2011, estableció el límite norte del yacimiento y confirmó la ausencia de otras construcciones romanas en los alrededores.
-
3.03.01. Espléndida villa marítima de Els Munts en Altafulla, con un posible mitreo A unos 12 km al norte de Tarragona, entre la necrópolis donde se alza la Torre de los Escipiones y el Arco de Bará, sobre un promontorio costero se encuentra la villa romana de Els Munts, la más grande de todo el territorio tarraconense (Fig. 3.03.01) (1).
-
3.03.01.01. Mitreo El estado de preservación es muy malo debido a los saqueos posteriores a su destrucción y a la actividad agrícola posterior (Fig. 3.03.01.01b). Sin embargo, la disposición del pronaos, sala y área de culto parece muy clara.
-
3.09.01. Mitreo de Lugo Con motivo de la rehabilitación del Pazo de Montenegro –situado en la Plaza de Pío XII, nº 3– para convertirlo en sede del Vicerrectorado de la Universidad de Santiago del Campus de Lugo se produjo el hallazgo de restos romanos de notable envergadura. Llevadas a cabo las correspondientes excavaciones, se ha documentado una gran domus altoimperial que albergaba en su interior un mitreo, cuya planta se conserva prácticamente íntegra. La identificación del espacio como mitreo está corroborada por la aparición de un altar dedicado al dios Mitra (nº 3.09.02.) entre otros materiales (Fig. 3.09.01b), entre los que cabe destacar varias lucernas y pequeños fragmentos de bronce que podrían haber formado parte del relieve de la tauroctonía (Fernández Ibáñez, 2011, nº 9, pp. 78 y 134, figs. 6-7).
-
FC2.08.01. Tumba del Elefante
Descubierta en 1880, las excavaciones comenzaron cinco años más tarde. Se trata de un espacio singular en la necrópolis de Carmona. Es un hipogeo situado en el extremo noroccidental del conjunto arqueológico, concretamente junto a la calle J. Bonsor, fuera de los muros de la ciudad. Una escalera de ocho peldaños, orientada al este, da acceso a un espacio excavado en la roca. La escalera desemboca en una antesala, cubierta por una bóveda tallada, en cuyo lado derecho hay una hornacina. Desde allí se accede a un pasillo que atraviesa un espacio rectangular abierto, al que divide en dos espacios. El primero, situado al norte, se eleva por medio de un muro de sillares con pilares y escalera de acceso, junto al muro oeste; en su mitad oriental hay un triclinio. El segundo, al sur, está tallado en la roca y presenta tres pilares sobre elevados con respecto al pasillo; se accede a ese espacio, asimismo triclinal, por una escalera central. Un depósito recoge las aguas del ninfeo situado en el muro meridional. El ninfeo es una compleja estructura hidráulica, alimentada por un pozo situado en el área abierta. Un canal une el pozo con una hornacina decorada con un relieve con figura sedente, desde la que mana el agua hasta el depósito. Frente a la fuente, en la pared norte de este espacio, se abre una cámara doble. En la primera hay dos bancos afrontados entre los que se localiza un pedestal. Mediante un vano se accede a la segunda habitación, de tamaño más reducido, también con dos bancos en paredes contiguas. Siguiendo el pasillo y tras superar este espacio, se accede a tres cámaras. La septentrional es una gran galería de sección parabólica, dividida en dos por un murete de mampostería; en la primera hay un pedestal de obra sobre el que Fernández López y Bonsor colocaron una estatua de elefante; en la segunda, más grande, hay seis nichos, y que correspondería a la cámara funeraria. Al frente se sitúa la cámara principal con un gran triclinio; su puerta está flanqueada por sendos nichos, uno de los cuales está cortado por una ventana abierta con posterioridad que da a la estancia del elefante. Sobre la puerta está tallada la ventana oblicua, clave para la interpretación del monumento. Entre el pasillo central y el pozo un acceso conduce a una estancia considerada como cocina, con un poyo, banco corrido y posiblemente una chimenea.
-
FC2.12.01. Las excavaciones realizadas en la villa romana de Fuente Álamo <p>Las excavaciones realizadas en la villa romana de Fuente Álamo, desde 1982, han sacado a la luz un complejo arqueológico, que inicialmente parece haber sido un <i>balneum</i>, presumiblemente abandonado a mediados del siglo II y convertido en la segunda mitad del siglo III en una enorme villa, aunque carente de suntuosidad. Los suelos no parecen pavimentados, sino de tierra apisonada. Un siglo más tarde se emprende intensamente la redecoración de la villa, cuya habitación nº 10 interpretada como posible mitreo (Fig. 2.07.01a). Es muy probable que esa habitación hubiera tenido con anterioridad otra función, porque en cierto momento se cegaron sus hornacinas, con la intención de evitar la iluminación externa. La habitación está dividida en tres cuerpos, dos de los cuales corresponderían a las dos bancadas, de las que no hay huellas. Dado que toda la estancia está pavimentada con un mosaico, de motivos geométricos en blanco y negro, debemos suponer que en este caso los bancos eran de madera. En el pasillo central, situado en una cota unos 15 cm más baja que los laterales, se aprecian los restos de lo que pudo haber sido el altar, aunque lo que resulta ahora visible es un hogar tardoantiguo. Las paredes debieron estar recubiertas con estuco y presentan restos de fuego. El supuesto mitreo está precedido por un pronaos cuya misión sería almacenar objetos del culto y servir de sala auxiliar. La pared del fondo tiene un ábside semicircular bien conservado, en el que se supone que habría estado el relieve o la escultura tauróctona. La ausencia total de materiales dificulta la adscripción religiosa, pero expresa el exquisito cuidado con el que el espacio se dejó vacío.</p>
-
FC3.04.02. Supuesto mitreo en Tarragona
Con motivo de la edificación de la Casa del Mar, un edificio de servicios que se construyó a inicios de la década de los 80 del siglo pasado en la parte baja de Tarragona, en concreto en el carrer de Francesc Bastos, aparecieron restos que dieron pie a una intervención arqueológica. En las excavaciones, inéditas, se descubrieron una área funeraria y una cripta, que se añade a otras previamente documentadas en la zona. Alguien pensó que se trataba de un mitreo y así se difundió verbalmente la noticia, que nunca se ha recogido en ninguna publicación.