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1.01.02.01. Ara de mármol blanco grisáceo con inscripción
<p>El altar está coronado con un frontón y volutas lisas. En los laterales, una pátera, a la derecha (Fig. 1.01.02.01a), y en el izquierdo un praefericulum en relieve (1.01.02.01b). Hallada casualmente en 1902 en el Cerro de S. Albín.</p>
<p><em>Ann(o) Col(oniae) CLXXX / aram genesis / Inuicti Mithrae / M(arcus) Val(erius) Secundus / fr(umentarius) Leg(ionis) VII Gem(inae) dono / ponendam merito curauit / G(aio) Accio Hedychro patre.</em></p>
<p>“En el año 180 de la Colonia, Marcus Valerius Secundus, frumentario de la Legión VII Gémina, se ocupó de colocar el ara del nacimiento del Invicto Mitra, como ofrenda debida, siendo pater Gaius Accius Hedychrus”.</p>
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1.01.02.09. Estatua de Cronos leontocéfalo
<p>Estatua de mármol blanco con representación de un varón con cabeza de león. Lleva el torso desnudo, desde la cintura hasta la parte conservada de las piernas va cubierto con un fino pantalón, presumiblemente de tipo persa, ceñido a la cintura mediante un <i>cingulum</i>. Faltan las dos piernas desde los muslos, el antebrazo y mano derechos, el brazo izquierdo íntegramente. La cabeza ha sufrido un golpe que le ha partido el hocico y, tal vez, un segundo golpe le ha partido la cabeza, de la que se conserva buena parte de la melena, las fauces entreabiertas, el entrecejo fruncido y el ojo izquierdo (Fig. 1.01.02.09a). El cuerpo está enroscado por una serpiente, de la que se conservan tres vueltas, una a la altura de los muslos, otra ligeramente por encima de la cintura y la última por la parte alta del pecho en contacto con la melena. Falta la cabeza de la serpiente, que reposaría de forma frontal sobre la cabeza leonina. En la parte posterior se conservan íntegramente las alas, cuyo plumaje se representa por medio de un somero rayado en la zona inferior, mientras que en la superior, visible desde el frente por encima de los hombros, la labra es más detallada. Propone García y Bellido que en las manos llevaría la llave del cielo y el cetro o el rayo. El cuerpo fue hallado en 1902 en el Cerro de San Albín; en 1913 fue descubierto un fragmento adicional del brazo derecho y la parte que se conserva de la cara (1). </p>
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1.01.02.14. Fragmentos del relieve de la tauroctonía
<p>Durante mucho tiempo nadie había prestado atención a unas importantes palabras de Mélida al acabar la descripción de las esculturas aparecidas en 1902 en el Cerro de San Albín: “Con estas esculturas se hallaron fragmentos varios de otras, entre ellos, dos de ropas de una estatua colosal y del zócalo con los pies de una figura pequeña, y junto a los pies el arranque de un ara”. En su <i>Catálogo Monumental </i>menciona bajo el nº 1097 un trozo de manto flotante con restos de pintura roja, así como un fragmento de una imagen vestida y con dos espigas, atributo de Ceres (nº 1098). En el volumen correspondiente a los años 2006- 2007 de la revista <i>Anas</i>, Ana Mª Rodríguez Azcárraga publica un importante trabajo, con el análisis de todos los fragmentos escultóricos correspondientes a la información proporcionada por Mélida y olvidados en los almacenes del MNARM, en el que propone una restitución muy verosímil del relieve de la tauroctonía del gran mitreo de Mérida. A partir de esa restitución, durante los meses de julio y agosto de 2010, el MNARM organizó la exposición “Creciendo. Novedades en las Colecciones”, en la que se ofrecía un dibujo de José Manuel Jerez Linde con la imagen ideal de esta tauroctomía, con la inclusión de los fragmentos conservados, tal y como se aprecia en la foto adjunta. Procedemos a la catalogación de los fragmentos bajo un número único, pues pertenecen al mismo relieve, seguido por el de la pieza concreta que se describe.</p>
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1.01.02.19. Estatua de mármol con representación de Esculapio o Serapis
La piedra es diferente a la de la mayoría de las esculturas y no se descarta que sea una obra de importación, probablemente de Afrodisias. Le faltan la cabeza, el brazo derecho por encima del codo, la mano izquierda y los pies. Lleva un manto que sube por la espalda hasta su hombro izquierdo y cae por ese costado, dejando al descubierto el torso desnudo. El brazo izquierdo y el muslo derecho conservan restos de elementos iconográficos perdidos. Hallada en el Cerro de San Albín en 1902.
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1.01.02. Materiales procedentes del Cerro de San Albín
<p>La primera estatua que se descubrió al construir la plaza de toros, en 1903, fue el Mercurio sedente. La Comisión de Excavaciones que presidía el propio Mélida se hace cargo de la extracción de los materiales del “filón arqueológico” que era el cerro. Especifica en ese momento Mélida que en 1902 se exhumaron seis estatuas, dos cabezas, varios fragmentos escultóricos y algunos epígrafes. En 1913 fueron siete las estatuas halladas, una cabeza, un crecido número de fragmentos, dos aras votivas y restos de otras, a lo que se añade otra cabeza descubierta en 1914. La importancia de los hallazgos tuvo su reconocimiento internacional a partir de los comentarios de Cumont (1905), de Vasconcellos (1913, pp. 334-341), de Paris (1914a, pp. 316-389; 1914b, y 1914b, pp. 292-296 y 1914c, pp. 1-31), de Lantier (1918), por citar a los más renombrados.</p>
<p>García y Bellido (1948, pp. 313-321 y 1967, pp. 26-33) dio forma bastante definitiva al conjunto de los materiales y lo integró en la colección de objetos mitraicos de la Península. Su catálogo se ha mantenido como base para todos los estudios sobre mitraísmo peninsular y, a pesar de las novedades, los intentos de actualización no han logrado el formato compacto de aquel. El conjunto de materiales es espectacular y constituye una de las partes más atractivas del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, una joya arquitectónica que alberga una magnífica exposición en un modelo museístico de excelente calidad. Los fondos no exhibidos aún siguen ofreciendo novedades importantes, como veremos inmediatamente después.</p>
<p>La opinión generalizada en la bibliografía, desde Mélida (1914, p. 444), es que el mitreo tenía que localizarse en el solar en el que se produjeron los hallazgos, aunque persisitía la duda por la ausencia de restos de construcción. Bendala ha defendido su convicción que no ha podido corroborar al no haber logrado excavar en el coso<i> </i>(36). No supuso confrontación con esta firme creencia el hallazgo del mitreo de la calle Espronceda (nº 1.01.01) por motivos diversos. Como se ha adelantado, la propia arqueóloga desligaba ambos conjuntos por una cuestión cronológica: el mitreo excavado apenas estuvo en uso en el siglo II, mientras que la fundación del mitreo constatado epigráficamente es de mediados de ese siglo, a pesar de lo cual Cacciotti (2008, p. 181) reabre la cuestión sin ahondar en ella (37). Razón no menos grave es que el tamaño del mitreo de la calle Espronceda es demasiado pequeño para haber podido albergar toda la estatuaria y altares procedentes del cerro. Podemos, en consecuencia, afirmar a partir del conocimiento que proporcionan los datos actuales que hubo en <i>Emerita </i>al menos dos mitreos sucesivos. Creo que frente a una distinción numérica, frecuente en otros lugares, puesto que la razón de su conocimiento es diferente y de distintos momentos, no es fácil adjudicar el “1” a uno u otro. Como desde la perspectiva histórica el excavado es menos importante, optaré por una denominación que evite confusiones y permita una identificación inmediata. Será, pues, este el Gran Mitreo de Mérida y el de la calle Espronceda el Pequeño Mitreo.</p>
<p>Abordamos a continuación la colección del Cerro de San Albín, correspondiente al Gran Mitreo, que, como señala Blázquez, hubo de ser uno de los más importantes del Imperio (38). Para facilitar el acceso al conjunto, he separado los altares de las estatuas; éstas, a su vez, han quedado divididas entre las que llevan inscripción y las que no la tienen. Sin embargo, antes de prestar atención pormenorizada a los materiales conviene destacar el resultado de una importante investigación (Lapuente - Nogales - Royo - Brilli, 2014, pp. 333-354) en la que se ha llevado a cabo el estudio arqueométrico de 51 esculturas y elementos decorativos de mármol del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida fechadas entre el siglo I a.C. y el II d.C. El resultado ha revelado el origen del mármol, en ocasiones procedente de Turquía, de Grecia, de Carrara y de Estremoz. Para nuestros intereses concretos, se despeja una duda sobre el carácter local o de importación de la estatuaria del Cerro de San Albín. En su inmensa mayoría está realizada con mármol blanco de Borba, del anticlinal de Estremoz. El alcance de la constatación es enorme, pues implica una infraestructura mayor, en términos técnicos y de visibilidad, que si las estatuas de culto hubieran sido de importación. Significa, además, el establecimiento de artistas peregrinos en la ciudad para acometer la tarea de esculpir toda la estatuaria y, junto a ello, la capacidad de intervención más inmediata del contratista sobre el trabajo. El producto importado, por su parte, tiene otras implicaciones, entre las cuales está el nada desdeñable incremento del coste añadido a la compra de un bien acabado. El prestigio de la obra concluida en un afamado taller lejano había de tener repercusiones en su recepción y en su calidad no ya como obra artística, sino en su función religiosa.</p>
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1.01.02.02. Ara de mármol blanco con inscripción
El altar, partido en dos bloques en diagonal desde el lateral izquierdo hasta el derecho, está decorado con una moldura simple como coronamiento; la base también está moldurada. No presenta decoración en los laterales. Procede del Cerro de San Albín en 1902. No aparece en el catálogo de Macías.
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1.01.02.03. Ara de mármol blanco inscripción
<p>Fragmento de pequeño altar con coronamiento, en el que se ha inscrito la palabra DEO, y focus irregular (Fig. 1.01.02.03) No tiene decoración en los laterales. Le falta la parte inferior, pero no se puede determinar si en el campo epigráfico falta alguna línea más por debajo de la última visible, muy deteriorada, por lo que ha generado problemas de lectura. Apareció en el depósito del Cerro de San Albín.</p>
<p><i>Deo / Inuicto / pro salute / Gai Iuli / […]</i></p>
<p>Al Dios Invicto. Por la salud de Gaius Iulius…</p>
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1.01.02.04. Ara de mármol blanco con inscripción
<p>Aparecida en 1902 en el Cerro de San Albín, seguía allí en 1903 según el testimonio de Solano, sin que tengamos posterior noticia de ella. Mélida indica que estaba en el Museo, pero no figura en el inventario de Macías, lo que hace dudar a Mallon - Marín de esa información; García y Bellido la reproduce sin titubeos. Mallon - Marín creían que nunca llegó a ingresar. La única descripción que conservamos es la de Solano. El ara estaba rota por abajo y la cornisa superior estaba coronada por un frontón entre dos rosetas. Desaparecida.</p>
<p><em>Inuicto Deo / Quintio Flaui / Baetici Conim/brig(ensis) ser(uus) / pro sa(lute) Coutii Lupi</em></p>
<p>Al Dios Invicto. El conimbrigense Quintio, esclavo de Flavius Baeticus, por la salud de Coutius Lupus.</p>
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1.01.02.06. Estatua de mármol blanco de Borba (Estremoz, Portugal) que representa a Mercurio sentado
<p>Descubierta en 1913, pero en 1902 se había hallado ya un fragmento de la pierna derecha. El dios, desnudo y de tamaño natural, descansa sobre una roca parcialmente cubierta por su clámide. En los tobillos lleva atadas las alas, atributo del dios mensajero. Su expresión es pensativa y el rostro, de finas facciones, está ligera inclinado. El pelo es corto y rizado. El antebrazo derecho se apoya en el muslo; la mano derecha, directamente sobre la roca, sostiene el peso del torso. En un lateral de la roca está apoyada la lira, cuya caja de resonancia es un caparazón de tortuga y sus brazos, sendos cuernos de antílope. Una inscripción sobre el caparazón contiene la dedicatoria de la obra (Fig. 1.01.02.06a).</p>
<p><em>Ann(o) Col(oniae) CLXXX / inuicto deo Mithrae / sacr(um) / G(aius) Accius Hedychrus / Pater / a(nimo) l(ibente) p(osuit)</em></p>
<p>En el año 180 de la Colonia, consagrado al dios invicto Mitra. Gaius Accius Hedychrus, <em>pater</em>, colocó (la estatua) con agrado.</p>
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1.01.02.07. Estatua acéfala de varón con túnica y clámide
<p>Está hecha con mármol blanco grisáceo, diferente a la mayoría de las otras esculturas del conjunto. Probablemente se trata de Cautópates. La túnica, corta y con mangas, va muy fruncida y está recogida dos veces mediante ceñidores, a la altura del pecho y de la cintura. La clámide le cubre parte del pecho, el hombro izquierdo y parte del mismo brazo; por la espalda cae hasta los tobillos y está sujeta en el hombro derecho por medio de una fíbula redonda. Es un atuendo típico de los Dadóforos. El brazo derecho está desnudo. Calza borceguíes (<i>endromis</i>) flexibles, atados con cordones. En el cuello y en los hombros se conservan restos de rizos de la cabellera y parte del gorro. Viste pantalón persa y las piernas está separadas, la derecha algo avanzada. A la izquierda de la figura, como refuerzo de la estatua, está adosado el tronco de un árbol con un delfín en posición vertical, con la cabeza hacia abajo. La talla es de gran calidad. La parte posterior no está trabajada, por lo que iría adosada a una pared. En el plinto aparece la inscripción bilingüe que se recoge a continuación (fig. 1.01.02.07a). Hallada en el Cerro de San Albín en 1913.</p>
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1.01.02.08. Estatua oceánica de mármol blanco con inscripción
<p>Hallada en el Cerro de San Albín en 1902. Representa una figura masculina envuelta en un manto que deja al descubierto el pecho. Está recostada sobre un lecho de ondas que sugieren el agua, en la posición habitual de las divinidades acuáticas. Es de tamaño superior al normal. Le falta la cabeza. El brazo derecho, desaparecido, se levanta para sujetar un cuerno de la abundancia, cuyo extremo inferior aparece adosado a un pliegue del manto a la altura de la ingle. Su brazo izquierdo iba apoyado sobre un delfín que volvía la cabeza hacia la estatua. De él sólo quedan algunos restos en la mano izquierda, uno de cuyos dedos entraba en la boca del cetáceo. La parte posterior está someramente trabajada, por lo que iría adosada a una pared o, al menos, en un espacio que no permitiera más que su visión frontal. La inscripción que se recoge a continuación está en el ropaje a la altura de su muslo izquierdo (Fig. 1.01.02.08a). </p>
<p><em>G(aius) Acc(ius) Hedychrus / P(ater) Patrum</em></p>
<p>Gaius Accius Hedychrus, Padre de los Padres.</p>
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1.01.02.10. Estatua de Cronos joven
<p>Estatua de mármol fino sin pulir, hallada con la precedente en 1902 y algún fragmento adicional en 1913. La cabeza, imberbe y juvenil, apareció en 1913, extremo que justifica las fotos reproducidas sin ella. Es la imagen de Eón o Cronos, personificación del tiempo infinito. Se presenta desnudo, en actitud rígida, de pie, el tronco derecho, las piernas juntas y los brazos abiertos en compás. El dios tiene abundante pelo en el que se aprecian los orificios en los que encastrarían los rayos solares de bronce que harían de corona. El cabello, marcado con profundos trépanos, encuadra el rostro que mira impasible de frente, y cae sobre la espalda. En el pecho tiene en relieve una pequeña cabeza de león, que aparenta formar parte del propio cuerpo. El joven está rodeado por una serpiente que le da cinco vueltas desde los pies hasta la cabeza, en la que reposaría la del saurio que se da por desaparecida, pero que presumiblemente es la cabeza de serpiente recuperada con los fragmentos de la tauroctonía y que tiene nº inv. 7500 (Fig. 1.01.02.10a). Junto a su pierna izquierda, como refuerzo, hay un tronco de árbol del que sobresale una cabeza de carnero, atributo insólito para Cronos (Fig. 1.01.02.10b). Junto a la otra pierna estaba representado otro atributo no conservado. En la espalda llevaba alas, de las que sólo se conservan los orificios de sujeción. Los brazos estaban hechos con piezas separadas; se conserva el izquierdo casi íntegro y sólo una parte del derecho. </p>