3.01.01. Supuesto mitreo en Can Modolell <p>Yacimiento situado a unos 130 km al nordeste de la capital provincial, <i>Tarraco</i>, a unos 30 de Barcelona siguiendo la línea de costa y a 5 km de Cabrera de Mar. El yacimiento no ha sido excavado en su totalidad, pues falta todo el cuadrante NO. y no hay una publicación adecuada de la evolución arquitectónica del espacio. Su descubrimiento fue casual en 1974 y los restos actualmente visibles son producto de las actuaciones de la Secció Arqueològica del Museu de Mataró entre los años 1974 y 1984, por lo que los hallazgos se conservan en el museo de esta localidad. Una intervención en 1999 permitió determinar la planimetría como la conocemos ahora. La última intervención, de 2011, estableció el límite norte del yacimiento y confirmó la ausencia de otras construcciones romanas en los alrededores. Se trata de un gran espacio con diferentes edificios, interpretados bien como construcciones de una villa romana de explotación agraria compuesta por varias estructuras, o bien como espacio sacro desde sus orígenes, quizá incluso de época ibérica tardía. Sin embargo, no parece que haya una continuidad formal, funcional, ni espacial entre los restos ibéricos y los altoimperiales. En su conjunto, el área excavada abarca más de 350m2, aunque se estima en más de 1000 m2 el espacio arqueológico. Los primeros materiales romanos son de época augustea, pero no van acompañados de construcción. El origen de las edificaciones romanas se sitúa entre el período de Tiberio y el de Claudio, probablemente en conexión con la propia remodelación de <i>Iluro </i>y su territorio al obtener la municipalidad. En la segunda mitad del siglo II el conjunto adquiere un aspecto mucho más estructurado por una serie de intervenciones sobre las que no hay acuerdo si se acometen simultáneamente o de forma progresiva. El hecho es que hacia mediados del siglo II, el conjunto se dota de una entrada monumental con continuidad en un criptopórtico, en el que supuestamente se instalaría un mitreo, idea no compartida por algunos autores (Clariana <i>et alii</i>, 2000, 165-200). En algún momento del siglo III o del IV, el complejo cayó en desuso, las estructuras colapsaron –sin que se pueda determinar si hubo acción violenta– y el espacio quedó cubierto por tierra. En la segunda mitad del siglo V se establecen nuevas edificaciones sobre el estrato de abandono.</p>
<p>La documentación parece indicar que en Can Modolell se veneraban otras divinidades al margen de Mitra, Neptuno, con casi total seguridad y una divinidad femenina no identificada, según se indica más adelante. La mayor parte de los hallazgos destacados, mármoles de importación, bronces y dedicatorias en bronce, corresponden a este período cronológico. Una inscripción, fechada en época augustea, conmemora una <i>erogatio stipis</i>, un reparto realizado por los magistrados locales. Es, sin duda, anterior a los materiales mitraicos, lo que podría avalar la hipótesis de que el lugar era ya sacro antes de que se ofrecieran los primeros objetos mitraicos. En esa dirección apuntan asimismo la inscripción de <i>Aphnius</i>, un liberto de <i>Paccius Saturninus</i>, procurador de Vespasiano, que corrobora el uso del espacio en la segunda mitad del siglo I d.C. y la <i>tabula ansata </i>dedicada en el último tercio del siglo I d.C. por <i>M</i>(<i>arcus</i>) <i>Flavius Moschus</i>, a una divinidad que no se reconoce, aunque se ha sugerido que fuera Silvano. Es muy probable que el dedicante sea un liberto Flavio. Todos estos hallazgos parecen corroborar la existencia de un espacio cultual en la segunda mitad del siglo I d.C., en el seno de una propiedad imperial (1), donde se acondicionaría, ya en el siglo II, quizá un ambiente específicamente mitraico o incluso un mitreo. En cualquier caso, la epigrafía conservada da preeminencia a Mitra, no sabemos si como deidad única venerada a partir de un determinado momento o como divinidad que comparte un espacio sacro previo en el que cohabita con otras deidades. Tanto en uno como en otro caso, el espacio reacondicionado hacia mediados del siglo II proporciona un valor simbólico adicional a la historia del lugar, pues un nuevo dios ocupa un lugar ancestralmente sacro quedando así legitimado. Otra alternativa sería admitir que Mitra accede a ese espacio sacro de la mano de sus devotos no en exclusividad, sino compartiéndolo, de tal modo que no podríamos hablar en propiedad de la existencia de un mitreo.</p>